La caza ha demostrado una vez más que sigue siendo una extraordinaria fuente de ingresos para los municipios más humildes de la España rural. Y lo ha hecho, además, con una cifra récord en la subasta de caza de los cuarteles de Riaño y Burón. Si en el año 2019 se alcanzó la increíble cantidad de 160.100 euros, este año los cazadores han pagado 229.050 euros por controlar las poblaciones de caza silvestres.

Tal y como reconocen los alcaldes de estos municipios, estos ingresos les permiten realizar inversiones para los habitantes de la zona que serían imposibles de obtener de otra forma. No es para menos. Las batidas de jabalí fueron adjudicadas por un total de 37.650 euros. Los 33 venados que se ofertaron alcanzaron los 30.800 euros mientras que el montante obtenido por los permisos de rebeco macho llegó a los 41.000 euros. Por otro lado se subastaron 59 hembras de rebeco selectivas, que fueron adjudicadas por 53.950 euros. Pero sin duda la pieza estrella de la subasta fue un macho montés de tipo A1 que salió ofertado por 3.600 euros y que finalmente fue adjudicado por 17.450 euros.

La caza, fuente renovable de ingresos para la zona

La subasta de Riaño es un perfecto ejemplo de cómo la caza regulada y bien gestionada en espacios naturales, públicos o privados, supone una fuente de riqueza que fija población a la España vaciada. Gracias a estos permisos se controlan las poblaciones animales, algo fundamental para reducir su impacto en la flora, para disminuir las enfermedades, los accidentes de tráfico y para controlar los daños a la agricultura.

Esta importantísima aportación de dinero recibida por el Parque Regional de Riaño contrasta con el duro golpe que ha supuesto la prohibición de la caza para los municipios que se encuentran dentro de los Parques Nacionales. Además de acabar con los importantes ingresos obtenidos por la caza regulada, el necesario control poblacional se está realizando ahora con dinero público. Esos humildes pueblos no sólo están dejando de ingresar dinero sino que además estamos financiando el sacrificio de esos animales con dinero público. Un sacrificio que, en casos como el del Parque Nacional de Monfragüe, se han hecho con métodos ilegales que han provocado una innecesaria agonía a animales como el ciervo de este vídeo.

La sociedad española, a favor de un modelo como el de Riaño

Un estudio publicado en la revista científica Conservation Biology en mayo de 2020 puso de manifiesto el apoyo de la sociedad a la necesidad de controlar los daños derivados de la sobreabundancia de ungulados silvestres, como ciervos y jabalíes, en los parques nacionales.

Sin embargo, llama la atención que ante la pregunta sobre que el control se realizara por cazadores supervisados por agentes medioambientales -como una opción para financiar estas intervenciones- el 66 % de los encuestados se mostró favorable, cuando es algo que ya se realizaba precisamente de este modo. Por contra, un 19 % apostó por otras soluciones que no tuvieran que ver con la caza, aunque generaran un gasto económico.

Por tanto, aunque buena parte de la sociedad estaría a favor de la caza recreativa controlada y supervisada como herramienta para el control de la sobreabundancia de ungulados silvestres, los investigadores coinciden en que representa un conflicto social.

Los resultados del estudio determinaron que la caza en los parques nacionales podría ser una herramienta socialmente aceptable para manejar los problemas de sobreabundancia en ciertos contextos. Aún así la actividad cinegética en estos espacios se prohibió en diciembre de 2020.

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