Este cazador abatió durante el fin de semana de Reyes dos tremendos jabalíes en abierto que nunca olvidará. Al rematar al segundo a cuchillo cayó al suelo y quedó a merced del animal: «A dos palmos de la cara me pegó dos colmilladas y casi me alcanza».

17/1/2020 | Redacción JyS

El cazador, con el jabalí que le atacó. / JyS

El cazador navarro Daniel Anchorena Lara, natural de la localidad de Burrada, tuvo un ‘puente de Reyes’ en el que Sus Majestades le dejaron dos enormes regalos: logró abatir en dos días consecutivos dos tremendos jabalíes en dos fincas en abierto practicando un gancho entre amigos pero cuando fue a rematar al segundo… estuvo a punto de ser alcanzado por el animal.

El primero, un destacable animal el 4 de enero

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Otra imagen del primer jabalí. / JyS

El primero logró abatirlo el día 4 de enero en una finca cercana a la localidad navarra de Leoz: «Quedé con un amigo y fuimos a cazar. Mi postura era un sitio muy sucio de robles. Tenía poca esperanza hasta que vi venir al jabalí. Disparé, le hice sangre, siguió corriendo hacia mí y pude rematarlo de otro certero disparo», comenta Anchorena.

Pesó unos 90 kilos, pero tiene «una boca muy bonita», admite el cazador, que dice que probablemente será medalla de bronce tras su paso por el taxidermista.

El segundo, un tremendo jabalí que le atacó

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Otra imagen del segundo jabalí. / JyS

El segundo logró cazarlo el día 5 de enero en la localidad navarra de Equiza, en una finca en abierto propiedad del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. «Todos los años hacemos un gancho entre amigos en el lugar, y este año tocó ese día con cuatro perros de rastro», comenta el cazador. Fue «un espectáculo de cacería, porque siempre hay jabalíes, ya que no se caza en todo el año», admite.

«Los perros estuvieron toda la mañana con el jabalí a vueltas. Se salió de la mancha, estuvo toda la mañana fuera de ella y luego quería volver a entrar por otro sitio», sigue relatando Anchorena. A última hora de la mañana, logró dar con él: 110 kilos de macareno que hirió con el primer disparo. «Fui a rematarlo, porque se tumbó, y entré a meterle el cuchillo, pero me tropecé y me caí». « A dos palmos de la cara me pegó dos colmilladas y casi me alcanza, pero por fortuna me libré de aquella», sigue reseñando. Finalmente pudo cobrar el gran animal. Un trofeo y un lance que jamás olvidará.