Un estudio de la diversidad genética de cinco poblaciones de cabra salvaje de la Península Ibérica ha descubierto ejemplares que son híbridos entre cabra montés y doméstica, lo que ha alertado de los efectos adversos que la hibridación puede tener sobre la conservación de la cabra salvaje ibérica. El estudio ha sido liderado por el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG; CSIC-IRTA-UAB-UB), con la colaboración de varias instituciones científicas españolas, y ha evaluado la diversidad genética de la cabra montés (Capra pyrenaica).

La investigación, que publica la revista Evolutionary Applications, indica que el grado de mezcla entre las diferentes poblaciones es muy bajo, a pesar de las reintroducciones llevadas a cabo en los últimos 50 años. El estudio ha demostrado la existencia de individuos resultantes de la hibridación entre cabras salvajes y domésticas (Capra hircus), un fenómeno poco frecuente, pero que, según los investigadores, hay que controlar para preservar el patrimonio genético del ungulado salvaje.

La cabra montés es autóctona de la Península Ibérica y habita los bosques de media y alta montaña, donde se alimenta de arbustos, matorrales y hierbas. Durante los siglos XIX y XX, las poblaciones de cabra salvaje sufrieron reducciones drásticas por la destrucción de su hábitat y brotes de sarna y otras enfermedades endémicas. La disminución fue tal que, de las cuatro subespecies de cabra salvaje descritas a principios del siglo XX, dos se han extinguido.

Analizaron todas las subespecies

A partir de los años 80, la creación de la red española de parques naturales y áreas protegidas, junto con la ausencia de depredadores y las políticas de reforestación, contribuyó a recuperar y expandir las cabras salvajes ibéricas. Para aumentar su diversidad genética, se trasladaron ejemplares entre diferentes poblaciones y se reintrodujeron en áreas donde había desaparecido, pero el impacto de estas estrategias sobre la diversidad genética de la cabra salvaje no se había evaluado aún.

Ahora, los investigadores han analizado la diversidad genética de 118 cabras salvajes de Tortosa-Beseit (a caballo entre Cataluña, Aragón y la Comunidad Valenciana), Sierra Nevada (Granada), Muela de Cortes (Valencia), Gredos (centro peninsular) y Batuecas (Salamanca). Una vez obtenidos los genotipos de los animales mediante un chip de ADN, hicieron un análisis genético-poblacional.

«Hemos visto que estas cinco poblaciones de cabra salvaje tienen una diversidad genética muy baja por las drásticas reducciones poblacionales, y hemos confirmado que hay grandes diferencias genéticas entre poblaciones», ha explicado a Efe Marcel Amills, líder del trabajo e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del CRAG.

8 animales con perfiles genéticos similares a los de las cabras domésticas

Según Amills, «solo tres individuos presentaron evidencias de ser producto de la mezcla entre poblaciones diferentes, por lo que los traslados que se hicieron durante los últimos 50 años para aumentar la diversidad genética de las poblaciones de cabra no dejaron una huella genética suficientemente potente como para ser detectada en las poblaciones actuales». De entre las 118 cabras salvajes analizadas, detectaron ocho ejemplares con perfiles genéticos similares a los de las cabras domésticas, lo que evidencia que son híbridos de cabra doméstica y cabra salvaje.