Existen numerosos estudios en psicología canina y análisis del crecimiento, comportamiento y desarrollo de nuestros cachorros que han determinado novedosas técnicas de educación y adiestramiento. De este modo, demuestran que algunos planteamientos del pasado podrían ser negativos en su desarrollo como perros de caza.

Este artículo hace un resumen de las nuevas pautas del adiestramiento del perro de caza. Si lo que buscas conseguir es adiestrarlo bien, entonces tendrás que socializarlo correctamente, establecer una buena jerarquía, hacer un buen uso de silbato, correa y otras herramientas y desechar falsas creencias. A continuación, te lo contamos a fondo.

Socializar al perro con el medio

Algo muy útil es pasearlos por el campo y la ciudad puesto que les ayudará a equilibrar sus emociones y crear relaciones positivas. En el caso de los cachorros que viven en un canil, un huerto, una residencia o nuestro propio hogar y que solo crece en ese entorno, estos son como un niño que pasa su infancia en un pueblo de unos 100 habitantes y del que sus padres jamás le han sacado para conocer otro entorno, otras personas y otras formas de vivir.

Lo habitual en esas situaciones es que cuando ese niño, ya de mayor, salga a conocer mundo, todo le provocará temor y esto es algo que puede llegar a marcar su personalidad, volviéndole tímido y retraído, y su vida a la hora de relacionarse.

Por lo tanto, es importante ofrecer a nuestros cachorros el mayor número de experiencias sensoriales teniendo en cuenta, como siempre digo, que su aprendizaje e inteligencia solo es asociativa, es decir, aprende siempre a través de la experiencias. No sirve de nada intentar explicarle qué es lo que debe o no hacer, ya que no entiende nuestro lenguaje.

Lo que sí debemos hacer es exponerle al mayor número de experiencias para facilitar su capacidad de adaptación a cualquier terreno y situación. Un ejemplo muy claro de esto lo podemos encontrar en los perros de caza de becada, donde el terreno suele ser boscoso y lleno de leña, lo cual dificulta cualquier acción así como la visibilidad a largas distancias.

Todas las experiencias posibles

Para un perro, incluso cuando es adulto y con experiencia en otras modalidades y otros terrenos que de repente queramos meter a cazar becadas, es muy posible que nos cueste mucho tiempo en adaptarle a este nuevo terreno y que cace a su máximo nivel, ya que la nueva situación, genere en el nuevas inseguridades que le impida tomar las necesarias distancias de búsqueda y la concentración necesaria en la búsqueda para que esta sea efectiva.

Asimismo, no es algo extraño que muchos de estos perros los tengamos que descartar para esta modalidad por no haberlos socializado con este medio siendo cachorros. La solución a esto es ofrecerles el mayor número de experiencias y en distintos escenarios. De este modo tendréis compañeros con gran adaptabilidad y capacidad de resolución.

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Interacciones con los niños

En contra de lo que muchos piensan, acariciar y jugar con nuestros cachorros, así como dejar a los niños que interactúen con ellos, les ayudará en su crecimiento y a construir una buena relación con nosotros. Hay evidencias acerca de que una de las pautas que rigen y dirigen la vida de nuestros perros, sean de caza o no, es, en primer lugar, su carácter gregario, es decir, su forma de vida en manada, pudiendo llegar a adoptar casi cualquier especie como parte de su familia.

Los mastines son una muestra de ello, a los que basta con introducir desde cachorros en el ganado para que directamente pase a ser su manada y, por lo tanto, defenderla a muerte ante cualquier agresión externa. Nosotros otros perros que tengamos en el futuro y con los que convivamos pasaremos directamente a ser la manada de nuestros perros de caza, pudiendo darse sin ningún problema una manada de dos, es decir, mi perro y yo.

Una buena jerarquía

Otro aspecto relevante es crear con ellos una estrecha relación desde cachorros, alimentarlos, pasearlos, jugar, premiar y capitalizar aquellas acciones que nos gusten, así como castigar o ignorar las que no, servirán para establecer un perfecto vínculo y nos ayudarán de cara a la otra pauta que rige su vida: la jerarquía. Este término establece la base de su estructura social: un perro nace para ocupar un estatus dentro de la manada en la que debemos ocupar, sin lugar a dudas, el rango de líder.

Sin embargo, no es necesario el castigo físico, aunque entre ellos sean frecuentes los enfrentamientos para reclamar su posición social. Cosas como alimentarlos, marcarles pautas, educarlos y, por último, adiestrarlos son acciones que nos concederán el estatus obligatorio que debemos ocupar si queremos que nos obedezca y, como coloquialmente se dice, cace para nosotros.

Efectiva preparación de las ‘herramientas’

Existen aspectos como enseñarles desde cachorros a andar de la correa y la flexi, utilizar los premios gustativos como reforzamientos positivos y manejar el silbato como método de entendimiento y comunicación que nos permitirán establecer las primeras pautas de jerarquía necesaria en sus vidas.

En lo que respecta a la correa, enseñar a nuestros cachorros a caminar de ella es uno de los mejores ejercicios que obligatoriamente tenemos que realizar con nuestros compañeros.

Haciendo referencia a la flexi, hablamos de una correa extensible que resulta ideal para educar perros de caza. Tiene un uso similar al de una correa convencional, pero nos permite la ventaja de poder trabajar con ella a distintas distancias, incluso hasta los diez metros, y, además, ofrece a nuestro compañero una sensación de semilibertad muy positiva para su habituación a esta herramienta y manejo. Es útil saber que las mejores para el campo son las de cuerda, ya que, al contrario que las de cinta, apenas se enredan con la vegetación.

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El correcto uso de la correa

Podemos definir la correa como ese cordón umbilical, que nos une a nuestro perro y por el cual le decimos cómo, a qué velocidad y hacia dónde tiene que ir, empezará a marcar en su vida la jerarquía necesaria para que acabe siendo un animal obediente y, como coloquialmente se dice, cace para nosotros.

El sencillo ejercicio de control en cualquier situación también será la base futura para solucionar cualquier problema que nos pueda surgir, como una pobre muestra o un mal cobro, y los cimientos en las primeras fases del adiestramiento.

A pesar de ello, no debemos descuidarnos: un mal uso de esta herramienta puede echar por tierra todo lo anterior. ¿Quién no ha tenido, tiene o conoce al típico perro que, al ponerle la correa, tira de ella llegando a arrastrarnos hacia donde el quiere? Por lo tanto nos preguntamos: ¿quién pasea a quién? ¿Quién manda sobre quién?

Una forma de evitar que esto ocurra es enseñarle a caminar sin tirar de la correa, en la dirección que nosotros elijamos y a la velocidad que decidamos. Para ello resulta imprescindible poner un nombre al ejercicio y mantener equilibrado perfectamente las correcciones y reforzamientos negativos con los premios, tanto verbales como gustativos, con los cuales le recompensaremos cuando este caminando a nuestro lado sin tirar de la correa.

Saber utilizar el silbato

El hecho de enseñarle los ejercicios mediante comandos a toque de silbato nos permite varias ventajas sobre los verbales, como la distancia a la que puede escuchar nuestra orden al mismo tiempo que no ponemos en alerta a las piezas o provocamos su huida.

Dicha herramienta nos permite dar las órdenes siempre en los mismos tonos y estructuras, lo que favorecerá una mejor comprensión y ejecución del ejercicio por parte de nuestro alumno. En función del número de toques y su intensidad le estaremos dando una orden concreta.

Solo experiencias reales

Hay un error muy habitual que es tratar de enseñar a un cachorro a hacer la muestra o de ‘sacar sus instintos’ llamando su atención con la típica caña o mariposa, moviendo las plumas y retirándosela cuando se abalanza sobre ellas sin que pueda atraparlo.

La muestra es un mecanismo neurológico que solo ha sido desarrollado en las llamadas razas de muestra, no es un instinto. Numerosas creencias populares pueden afectar negativamente el crecimiento de nuestros cachorros y su futuro comportamiento durante nuestras jornadas de caza.

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Perros de caza y cazadores en Reino Unido. © Shutterstock

No solo la caña o mariposa, también el cobro temprano de piezas sin una muestra constatada o las piezas alicortadas, entre otros, pueden ser los causantes de graves problemas en las acciones futuras de caza de nuestros compañeros de cuatro patas. Lo cierto es que se trata de creencias populares sin base alguna que nos exigen muy poco esfuerzo y que no tienen en cuenta las consecuencias: si no dan los frutos esperados, la respuesta es sencilla, la culpa es siempre de nuestro perro.

Incentivar una buena muestra

Tenemos que exponer al perro a la caza con experiencias reales, con huidas de las piezas. Dicho esto, lo más importante para capitalizar una buena muestra es que el perro entienda que por sí mismo, y aun contando con su velocidad de ataque, que no puede atrapar la pieza: así llegará a la conclusión de que a través de una perfecta muestra, contando con nuestra ayuda y el disparo, es cómo podrá conseguir su objetivo.

Cuando le ofrecemos el mejor de los premios, es decir, atrapar la pieza, sin haber hecho bien todo el trabajo anterior corremos el riesgo de que aprenda a hacerlo mal, ya que a pesar de ello ha ganado la gran recompensa.

Un nombre para cada orden

Los perros tienen su propio lenguaje, que suele ser gesticular, gutural y visual. Una cosa que resulta evidente es que no se parece en nada al nuestro. Las veces que nos paramos a reflexionar, actuamos con nuestros perros creyendo que nacen sabiendo todos los idiomas, que no importa en qué lengua le hablemos que nos entenderán; y cuando no nos obedecen acabamos gritando el comando o repitiéndolo hasta la saciedad, como si fuera sordo o tonto.

Pongámonos en el caso de que alguien nos da una orden en un idioma que desconocemos y, si no le obedecemos, nos chilla, no para de repetirla o, en el peor de los casos, incluso nos propina dos bofetadas. El primer para poder obedecer es entender lo que se nos está mandando hacer; y eso mismo sucede con nuestros compañeros de cuatro patas.

Algo básico para la comprensión y realización de cualquier ejercicio es enseñarles nuestro lenguaje, así como poner nombre a cada acción o comando. Hay un ejemplo muy claro y sencillo: a la vez que le damos el comando ‘gira’, damos la vuelta; al ver que nos alejamos en otra dirección dará la vuelta para no perdernos. De este modo, a base de repeticiones, asociará el sonido ‘gira’ a darse la vuelta. Como explicaba antes, en esto consiste su inteligencia asociativa.

Salir a cazar cuando esté preparado

Esta es una respuesta que siempre dependerá de cada perro, pero los siete meses es la edad media para comenzar a iniciar a nuestro cachorro en la caza. En ese momento ya ha ‘echado cuerpo’ y, lo más importante, su cerebro ya está preparado para asimilar y analizar las acciones de caza.

Cuando se encuentra en esta fase de su vida son como esponjas, así que ojo: aprenderán tanto las cosas buenas como las malas. Aquí un par de ejemplos prácticos: si le cazamos una perdiz a la que se ha abalanzado después de localizarla y de una muestra corta, lo más normal es que nuestro compañero aprenda a tirarse a por las piezas sin aguantar bien muestra, ya que este método le ha dado buenos resultados.

Springel Spaniel.
Springel Spaniel. © Shutterstock

La actitud de este cachorro hace que cualquier cazador se enamore de él


En el caso de que antes de trabajar y constatar una perfecta muestra nos dedicamos a trabajar el cobro con piezas reales, bien sean muertas o alicortadas, la información que le estamos dando es que la caza se puede atrapar sin que tenga que mostrarla previamente, por lo cual, cuando en acción de caza, localice una pieza, lo más normal será que en vez de mostrarla intente atraparla, porque eso es lo que le hemos enseñado.

En referencia al mundo del perro y su adiestramiento, no existen las fórmulas mágicas ni los trucos milagrosos. En primer lugar, el conocimiento, el trabajo, la paciencia y la constancia son las únicas herramientas que nos pueden asegurar el éxito. Lo cierto es que con todo esto se podrían escribir miles de libros, casi tantos como perros y es una de las pautas que tenemos que tener en cuenta, nunca dejar de aprender.