La caza está llena de retos. A mayor dificultad, mayor recompensa personal. El colaborador de Jara y Sedal Pedro Ampuero lo sabe bien. Es uno de los cazadores más famosos del mundo, ha realizado todo tipo de viajes cinegéticos por todo el planeta, pero esta vez ha querido ponerse a prueba en casa.

El corzo es una de sus pasiones, por eso ha intentado un reto que, en realidad, es una vuelta a los orígenes de la caza. Hablamos de intentar cazarlos con arco tradicional de madera. Para ello, ha acudido junto a un amigo a una finca de Toledo, aprovechando el celo del corzo: «Esta época es el momento ideal para intentar conseguirlo con este arco que es muy complicado porque tienes que tirar muy cerca», reconoce a Jara y Sedal.

Reclamándolos hasta los diez metros

Para conseguir atraerlos, utilizó un reclamo, al que los corzos acuden con celeridad. Gracias a ello, consiguió atraer a dos ejemplares hasta unos diez metros, una distancia realmente corta y apropiada para intentar el lance.

El desenlace puedes verlo en este extraordinario documental grabado por el propio cazador, en el que podrás ver a Pedro como nunca antes: perdiendo los papeles. Sin duda esto demuestra la dificultad de cazar con una de las primeras armas de caza, algo que nuestros ancestros fueron capaces de hacer y cuya extraordinaria dificultad pone en evidencia este vídeo.

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Arco de madera, un arma con 20.000 años de historia

Fue la primera de las armas de caza de elaboración compleja, compuesta por un proyectil –en este caso la flecha– y una herramienta de impulso –el arco–. Gracias a ella pudimos cazar a una distancia mayor que con la lanza durante más de 200 siglos… y su evolución aún no ha terminado.

Existen pinturas rupestres donde el hombre primitivo plasma dibujos en los que se ve cazando con el arco. Más tarde, en nuestra era, empezó a ser utilizado por los primeros pobladores de Extremo Oriente. Técnicamente ofrece una gran ventaja al cazador con respecto a la lanza: le permite cazar a mayor distancia, lo que implica menos riesgo de ser atacado y por tanto agredido por las presas.

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