El joven cazador Francisco Fernández de la Cruz, de 28 años y natural de Madrid, cazó el pasado 11 de julio un extraño corzo con uno de los trofeos más raros que hemos visto. Nos cuenta cómo lo consiguió.  

22/7/2019 | Redacción JyS

Francisco Fernández de la Cruz, en el centro, junto a su amigo Carlos, a la izquierda, y su primo Sergio. / F.F.

Francisco, un joven estudiante de ingeniería forestal que caza junto a su padre desde que tenía 6 años, ha conseguido hacerse en un coto de Guadalajara con «el corzo más extraño» que jamás había visto. Ese día le acompañaban un amigo y su primo. Ellos, tampoco daban crédito al trofeo del animal que se les arrancó «a 10 metros».

Según nos cuenta el propio cazador, él siempre ha sido más de menor, pero desde que sus padres compraron una casa en Galicia no ha dejado de interesarse por la mayor. «Cazo corzos desde hace unos cuatro años, pero nunca había visto un ejemplar como este», señala este madrileño que además es presidente de la asociación La Caza es Joven, con la que dice tratar de conseguir que los que comienzan en esta actividad tengan al alcance descuentos en armerías, ropa… e incluso participen en sorteos de jornadas de caza.

Un corzo «raro» y que no tenían localizado

El día que Fran -como le conocen sus amigos- cazó el extraño duende, dejó el coche al atardecer en una zona cercana a un pinar desde donde inició un rececho junto a su amigo Carlos Golvano y su primo Sergio Pérez, de tan solo 13 años y al que los otros dos jóvenes iban explicando cómo se caza el corzo en rececho ya de vuelta y sin haber visto nada. «Habíamos caminado hasta una zona bastante fresca donde hay varias charcas y le íbamos dando una lección a mi primo sobre cómo asomarse de manera silenciosa en estos lugares cuando sobre las 21:30 horas… ¡se nos arrancó un corzo de los pies!», nos cuenta el joven cazador. «Yo creía que era una hembra pero mi amigo se echó los prismáticos a la cara y me dijo: Oye, oye. Eso no es una hembra. Eso es un corzo muy raro». Fue entonces cuando nuestro protagonista metió al animal en el visor y comprobó que así era. Poco después apretaba el gatillo y el animal caía al suelo.

El animal contaba con un trofeo nunca visto. / F.F.

«Fue mi primo el primero que salió corriendo. Al llegar al animal se empezó a echar las manos a la cabeza». Segundos después se asomaban Carlos y Francisco. Este último sabía de la existencia de un buen corzo en la zona, pero este no lo tenía localizado.

«La verdad es que es muy raro. Tiene en la parte superior como muchas puntas que ha intentado descorrear pero solo lo ha conseguido en parte. La que le sale más larga, que le hace que parezca un unicornio, también tiene una parte sin borra», nos cuenta el cazador. Y finaliza apuntando que, a sabiendas de que este tipo de corzos suelen estar ligados a alguna atrofia testicular, así lo comprobaron: «tenía los testículos como monedas de cinco céntimos».