La joven cazadora María Palacios Cerceda y su padre abatieron el pasado 1 de febrero un tremendo y agresivo jabalí que había herido a varios perros y al que tuvieron que hacer frente a cuchillo.

24/2/2020 | Redacción JyS

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Padre, hija y el jabalí. / JyS

La joven cazadora madrileña María Palacios Cerceda y su padre, Francisco Palacios Olmedo, abatieron un tremendo jabalí el pasado 1 de febrero en una montería en Albacete. «También nos acompañaba mi madre, Cristina Cereceda Dobarro, y mi pareja, Abraham González Moreno», comienza relatando la joven sobre el excelente día que pasaron en familia. Después de unos meses, volvían a cazar en el término de Lezuza, en la finca ‘El Lituero’ (en abierto) en manos de José Vicente, «íntimo amigo de mi padre, gran cazador y mejor persona», confiesa la protagonista.

Decidió dar esta montería entre amigos «con el objetivo de pasar un buen día de caza y campo, disfrutar de lo mejor que esta gran afición nos puede dar, amigos y familiares; contarnos mil historias y sobre todo reírnos, reírnos mucho. Gracias a su buena labor ese día se convirtió en el mejor de la temporada sin duda», describe Palacios.

La suerte cayó en el puesto número 5 de la armada ‘Vallejote. Un puesto «amplio con un bonito testero del que no teníamos esperanza alguna, ya que nos encontrábamos en medio de una siembra y el viento jugaba en nuestra contra totalmente», relata.

El día amanecía con niebla y un poco de lluvia. «Mi cabeza se había hecho a la idea de que sería un día más y una montería más. Siempre he pensado que la caza es suerte y con ello caprichosa. Veníamos con las pilas cargadas de la pasada montería en el término de Almadén de la Plata (Sevilla) donde disfrutamos como nunca. Dejó el listón muy alto y me hice creer que iba a ser muy complicado superarlo», admite Palacios.

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Más imágenes del jabalí. / JyS

La suelta de los perros se originó a escasos metros dando de cara a la casi única esperanza que tenían de que algún cochino estuviese encamado cerca. «Cuando menos lo esperábamos una ladra rompía por aquel testero. Teníamos los nervios a flor de piel.  No podíamos creerlo, era él, bajaba a gran velocidad dejando atrás una gran retahíla de perros. Por un momento nos quedamos paralizados sin saber cómo reaccionar», reseña la joven.

Los jabalíes son animales con el instinto de esconderse y refugiarse como símbolo de defensa para protegerse de cualquier amenaza posible, pero allí «era casi imposible que decidiera atravesar ese barbecho. Sí, era real, era de verdad, cumplió por nuestro puesto de tal manera que le pudiéramos jugar un bonito lance». «Cuando creíamos que era nuestro, que ya estaba con nosotros, que la única manera de escapar que tenía era seguir barbecho adelante, se dio media vuelta y volvió a entrar al monte. Acto seguido los perros comenzaron a rodearle dejándole sin esperanza de escapatoria. El trabajo de los perros fue inmejorable. ¡Menudos valientes!», sigue explicando Palacios.

«No lo pensamos ni dos veces, rifle y cuchillo en mano y allá que íbamos. Sabíamos que era grande pero no nos hacíamos a la idea de que fuera tal aparato. Aquello impresionaba muchísimo, yo seguía sin creérmelo. Nadie se imagina la sensación que supone estar cara a cara y cuerpo a cuerpo, de forma natural y real ante semejante especie. Era fuerte, éramos fuertes. No sólo teníamos que hacerlo porque el animal no sufriera, sino también por los perros», admite.

Tal era su agresividad que hirió a varios perros. «Y qué bonito es ver a perros valientes, con la sangre muy fría y sobre todo apasionados por esta gran afición. No nos quedó otra que finalizar con una entrada a cuchillo», comenta la joven.

Acto seguido escucharon unos pasos de alguien que se acercaba, era el rehalero José Pascual (rehalas JMPG). «Agotado y asfixiado, sin casi ser capaz de pronunciar una palabra comenzó  a gritarnos: Gracias, por Dios, muchas gracias de verdad. Vio que varios de sus perros estaban heridos, en concreto uno de ellos, tenía el pobre los belfos destrozados; no me quedó otra que tomárselo con humor y decir que a partir de ahora se llamaría sonrisas», explica Palacios. Para ellos «es muy duro ver cómo sus perros sufren o se quedan atrás en las jornadas de caza, tomárselo con humor era una de las salidas para amortiguar el momento».

Al llegar al jabalí «no podíamos contener la emoción. Yo estaba llorando de alegría como una niña chica abriendo los regalos de navidad. Y sí, alegrarse del bien ajeno también es caza. No podíamos creerlo. Los abrazos, besos y lágrimas se hicieron dueños de la situación. Papá, enhorabuena. El sueño que tantas ganas tenías por cumplir, por fin se ha hecho realidad y nosotros hemos sido testigos de ello. ¡Suerte la nuestra! Un gran macareno en abierto», concluye la joven.

Cazan un descomunal jabalí «atrincherado» que se negaba a salir del monte

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El enorme jabalí y la cuadrilla que consiguió cazarlo. / JyS

Una cuadrilla de cazadores logró abatir, el pasado domingo 16 de febrero, un descomunal animal en la mancha ‘Angostura’, situada en el cuartel de La Barraca (Bizkaia). La jovencísima cazadora vasca Eider Ondovilla ha narrado a Jara y Sedal todos los detalles de la jornada cinegética en la que se hicieron con este tremendo animal «que pesó 98 kilos». También fueron protagonistas del lance Oskar Uriarte -quien consiguió acertar con el disparo- y los tres perreros: Javi, Asier e Imanol. Te lo contamos aquí.