Hoy, son muchas las marcas que fabrican multitud de modelos de cuchillos de caza. Practico la caza y el tiro desde hace ya dos décadas y conozco los cuchillos y las armas desde que tengo uso de razón, pues la profesión de mi padre ha estado siempre ligada a este sector.

En el caso de los Muela he utilizado sus modelos cada vez que he salido al campo en recechos y monterías, o incluso en varios safaris en África. Pero será mejor que nos centremos en los cuchillos de caza, que dividiremos en tres categorías: de remate, de monte o uso general, y de desuello.

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Muestra de la variedad de formas, tamaños y diseños de las creaciones de Muela, como el Bear –oso–, Coyote o Mouse –ratón–.

Cuchillos de remate, tradicionales en nuestra montería

La evolución ha supuesto que las armas blancas –en la caza y en la guerra– cedieran su protagonismo a las de fuego, y aunque han permaneciendo siempre en el equipamiento de cazadores y soldados, las ventajas de arcabuces y mosquetes fue imponiéndose también entre los cazadores a medida que se hacían más accesibles, para lo que fue necesario que pasaran siglos.

En España, los cuchillos de remate han perseguido siempre una característica fundamental que los monteros llaman ‘muerte’: es decir, una longitud de hoja suficiente para alcanzar los órganos vitales y al mismo tiempo una adecuada anchura para garantizar que la herida provoque una muerte rápida.

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Arriba, los modelos Gran Duque –variante de una clásica higüela–, Magnum, de Muela y uno de los más populares de la firma: el Macareno. A su derecha, el Podenquero.

Estos cuchillos de caza crearon con una gran diversidad de formas en sus hojas y éstas, ya fueran de lengua de vaca, de hoja de peral o las triangulares y emblemáticas higüelas, se distinguían por su simetría y doble filo y por empuñaduras de madera o de la típica asta de ciervo.

Los cuchillos de remate atesoran la más auténtica de las tradiciones de la montería y son insustituibles en esa especialidad. Hoja robusta y ancha de suficiente longitud, punta aguzada para favorecer la penetrabilidad y buenos filos para garantizar su alcance. También una adecuada empuñadura y una guarda suficiente para evitar que la mano pueda resbalar hasta la hoja.

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A la izquierda, tres ediciones limitadas de Muela. A la derecha, el cuchillo Rehalero.
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A la izquierda, el modelo Cervus. A la derecha, el Escudero, con motivos de podencos, muflones y jabalíes. 

Cuchillos de desuello: una herramienta imprescindible

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Es una variedad de cuchillo de caza que cada vez se ha popularizado más en España, aunque es insustituible en otros países desde hace siglos.

Se trata de una herramienta de trabajo indispensable para desollar la pieza una vez abatida. Por este motivo son cuchillos pequeños y con hojas redondeadas que facilitan los cortes necesarios para quitar la piel.

Como es fácil suponer, no es lo mismo desollar un búfalo que un corzo a la hora de manejar su piel o sus vísceras, pero lo que siempre será una buena ayuda es un cuchillo de caza de hoja más bien ancha y corta, con una punta no demasiado aguzada –que perdona más errores– y con un tamaño y peso que permita a nuestra mano trabajar con precisión y comodidad para separar correctamente la piel y alcanzar todos los rincones.

Cuchillos de uso general o ‘de monte’

Son los tradicionales ‘de monte’, recomendables para los cazadores de menor y a cuantos se relacionan con la naturaleza. Sus formas son incontables: destacan, por su universalidad, los que se basan en el diseño atribuido a James Bowie –un héroe norteamericano muerto en 1836 en la defensa de El Álamo–, aunque había cuchillos españoles con ese diseño en fechas muy anteriores.

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Ala izquierda, el Muela Sherpa, ideal para preparar el puesto y la res abatida. En el centro, el Setter, de hoja enteriza. A la derecha, una navaja con dispositivo de bloqueo.
¿Están permitidos los puñales según el Reglamento de armas?

Los puñales siguen estando prohibidos, aunque el Reglamento de Armas los define de forma muy peculiar al considerar que son las «armas blancas con hoja de doble filo de tamaño inferior a 11 centímetros».
Y, ojo con el dato, se autoriza el uso de las armas blancas en las correspondientes actividades profesionales y deportivas –a criterio de los agentes de la autoridad–, con lo que no conviene que nos olvidemos de quitarnos el cuchillo del cinturón una vez concluida la caza.

¿Para qué sirven las acanaladuras de los cuchillos de caza?

La variedad en las hojas de cuchillos de caza es enorme. Merecen un comentario las acanaladuras que presentan muchas de ellas –lo mismo que en las bayonetas y espadas o sables– por la absurda creencia que las relaciona con una mayor letalidad.

De hecho, esos canales persiguen dos ventajas: ofrecer una mayor resistencia por los ángulos que se crean en la estructura y ahorrar peso. Incluso han existido armas militares con la hoja de sección cruciforme o de ‘T’, aunque hoy la práctica totalidad se obtienen por estampación.

Ese detalle de las acanaladuras sirvió para que hasta hace unos años en España se considerase prohibidos a los cuchillos que las tuvieran, lo mismo que los de hojas estriadas o perforadas, sin duda
una herencia de épocas antiguas, cuando había quien aprovechaba esas estrías o perforaciones para rellenarlas de excrementos de las caballerías asegurando así una grave infección añadida a la herida del puñal. Algo que no tiene ya nada que ver con nuestro mundo.

Por Diana Pérez de León para Jara y Sedal | Fotografías: A.F. Pérez de León S.L.