Tenemos que remontarnos al Día de Reyes Magos del pasado año, el 6 de enero de 2023, para llegar al momento en el que tuvo lugar esta destacada escena. Carlos Lázaro, cazador, y su compañero Amador iban a vivir una jornada, con un curioso ejemplar de conejo como protagonista, de esas que quieres contar a todos y que difícilmente se pueden olvidar.

Haciéndonos eco de lo que el propio Carlos ha relatado al equipo de Jara y Sedal, ambos decidieron salir a cazar a su coto, ubicado en el municipio de Tomelloso, en Ciudad Real, «como cualquier otro domingo». Sin embargo, lo que estaban a punto de vivir no se parecía a lo que estaban acostumbrados.

El cazador ha comenzado recordando sobre ese día que era «una mañana muy fría, bajo cero y con algo de niebla». «Estuvimos cazando durante la mañana, una mañana entretenida a pesar del bajón que había dado la población de conejos esa temporada», ha continuado detallando.

Un ejemplar «único» por su pelaje

«Casi llegando a las 12 de la mañana», ha añadido Carlos, «llegábamos cazando por un pasto, que más o menos nos llegaba hasta la rodilla, aproximándonos a una antigua casa abandonada. De repente, mi compañero Amador vio cómo mi perra, Jara, una joven hembra de braco alemán, se frenaba en seco en el pasto cuando arrancó el conejo».

Ambos se dieron cuenta de «lo extraño» del animal en el mismo momento en el que lo vieron salir. «Fue raro porque iba corriendo a toda velocidad y pocos detalles se apreciaban y, además, en décimas de segundo. Era un ejemplar único», ha destacado el cazador, «así que, sin ponerme nervioso, aseguré el tiro con toda la calma, sin precipitarme, y me quedé con el ejemplar».

© C.L.

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«Al finalizar la jornada decidí meterlo íntegro en el congelador para conservarlo en las mejores condiciones, por si acaso algún día lo disecaba», ha confesado Carlos. Finalmente, decidió hacerlo y así lo vemos en la siguiente imagen.

El ejemplar recientemente naturalizado. © C.L.

Por último, el cazador ha puesto en valor que «ejemplares así no se ven todos los días». «Es cierto que en el coto se ven algunos conejos rubios, pero con este pelaje, ninguno. Hace años, cuentan los compañeros del coto, que se mató una liebre prácticamente blanca y que el autor del lance también la disecó», ha terminado apuntando.