El cazador onubense Antonio Flores, que posee un coto de caza en esta provincia andaluza, abatió hace unos días dos espectaculares jabalíes en una misma noche de espera.

«Tras ver días antes el campo, decidí ponerme en espera sin saber que estos verracos estaban entrando, pues no tenía cámaras puestas, pero mi conocimiento de llevar desde los 18 años practicando la espera – ahora tengo 50- me hizo intuir que al menos dos grandes jabalíes estaban entrando en el puesto», comienza explicando Antonio Flores padre a la redacción de Jara y Sedal.

«A lo largo de mi trayectoria he aprendido de mis errores, de ahí el triunfo de muchas esperas; el secreto es amar la naturaleza y jamás disparar a un animal joven ni hembra. Ahí radica el éxito. Luego, evidentemente, saber sus querencias, sus salidas y su toma de los vientos, fieles aliados de este animal», explica sobre los secretos que le llevan a localizar jabalíes como con los que se hizo hace unos días en este coto andaluz.

La noche de la espera en la que se hizo con los dos macarenos

Imagen de los jabalíes. © A. F.

El cazador explica que en la noche de la espera en la que se hizo con los dos macarenos, de 105 y 76 kilos y armados con unas imponentes defensas, tuvo que evitar darles el viento.

El primer jabalí entró a primera hora de la noche, sigiloso, y el cazador lo abatió de un certero disparo: «Tras escribirme un mensaje con mi hijo cuando logré abatirlo, me dijo que me recogía y que estaría temprano en casa, pero mi intuición era que iba a seguir esperando a ver si llegaba alguno más… y casi al instante, hizo su aparición el segundo», relata el cazador.

Durante los dos certeros lances, el cazador utilizó un rifle un Bergara Timber en calibre .308 con munición Sako Super Hammerhead de 180 grains, un arma que le puso a punto su amigo Rafa Carrillo, cazador profesional. La mira utilizada fue una Vector Optics 3-12x 56.

Uno de los jabalíes. © A. F.