Tammi Jonas era una joven que vivía el veganismo como una forma de mejorar al mundo y ahora, por un giro del destino, regenta una granja y un matadero.
29/12/2019 | Redacción JyS
Tammy Jonas, en la carnicería. / Facebook
La historia de la joven estadounidense Tammi Jonas está revolucionando, en los
últimos días, las redes sociales: se
trata de una vegana que probó una hamburguesa y decidió tras ello abrir una carnicería y posteriormente un
matadero. «Comer no es solo
natural, también es un acto agrícola y político, como han dicho antes personas
sabias», ha señalado Jonas en
su cuenta de Instagram.
La historia de
Jonas, que la joven narra también en su perfil de Facebook y a la que del
mismo modo se ha acercado 10
Daily o medios europeos como El
Cierre Digital, es la de una joven que vivía el veganismo como una forma de
mejorar al mundo y ahora, por un giro del destino, regenta una granja y un
matadero.
Aunque estadounidense,
Jonas viajó con sus padres a Australia y a sus 19 años leyó ‘Liberación
animal’, escrito por el filósofo Peter Singer y que habla sobre el
veganismo, al que se convirtió desde entonces. Durante los siguientes años,
Tammi no tomó productos animales. Tras diez años de ‘conversión’
y después de tener hijos, la joven comenzó a tener enfermedades como anemia, a
consecuencia de la falta de hierro. Cansada de aguantar, de forma voluntaria
decidió comer una hamburguesa. Así lo contó al diario australiano 10
Daily: «Un día pensé que comerse una hamburguesa solucionaría mis
problemas de salud y lo hice».
Tal fue su convicción de que la carne era necesaria para el ser humano que montó una granja de porcinos tratados ‘éticamente’ en el año 2011 en Australia. Ésta granja se encuentra la alta montaña de Daylesford, una pequeña ciudad del estado de Victoria.
Jonas destaca ante 10 Daily que «la filosofía detrás del
omnivorismo ético es bastante simple: es el principio de hacer el menor
daño, pisar ligeramente y tratar de producir y consumir en sistemas
cerrados tanto como sea posible. Las salidas son entradas, no existe el
desperdicio».