La Unión Europea ha dado un paso más en su guerra contra la caza. La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) ha presentado el borrador de reglamento para prohibir el uso de munición de plomo en la caza en toda Europa, una medida que se aplicaría en un plazo de cinco años para la caza menor y de 18 meses para la caza mayor. Este nuevo ataque al sector cinegético se basa en argumentos imprecisos y datos manipulados que ocultan el verdadero impacto económico y medioambiental de la prohibición.

Un cálculo económico sesgado y alejado de la realidad

Según la ECHA, la transición a municiones sin plomo solo supondrá un pequeño incremento económico para los cazadores: «el coste adicional para un cazador individual es inferior a 30 euros al año en el caso de la caza con escopeta y de menos de 10 euros al año en el caso de la caza con munición de pequeño o gran calibre. Estas estimaciones incluyen los costes de sustitución de las municiones y, en caso necesario, los costes de prueba, modificación y sustitución prematura de las armas», afirma en su propuesta. Sin embargo, esta afirmación es completamente falsa. Basta con analizar los precios actuales del mercado para comprobar que la diferencia de coste es mucho mayor de lo que aseguran.

El acero, la alternativa más asequible al plomo, no solo es más caro, sino que presenta graves problemas de seguridad por su alta capacidad de rebote y fragmentación, lo que incrementa el riesgo de accidentes en el campo. Pero si nos fijamos en el bismuto, una de las pocas opciones viables para ciertos calibres y tipos de caza, la situación es aún peor: el precio del kilo de bismuto es hasta 50 veces mayor que el del plomo, lo que disparará los costes de los cartuchos a niveles inasumibles para muchos cazadores.

Además, un gran porcentaje del número de escopetas tendrán que ser sustituidas porque la mayoría de las que tienen más de 20 años no están preparadas para disparar esta munición y corren el riesgo de explotar en manos de los cazadores.

Sólo las escopetas más modernas están preparadas para disparar cartuchos de acero.
Sólo las escopetas más modernas están preparadas para disparar cartuchos de acero. © Ángel Vidal

El fin de los campos de tiro y la ruina del sector cinegético

Las consecuencias de esta prohibición serán devastadoras. Según un estudio reciente, el 95% de los campos de tiro europeos tendrán que cerrar, lo que supondrá un golpe mortal para el sector. Los campos de tiro son fundamentales para la formación y seguridad de los cazadores, y su desaparición afectará no solo a la caza, sino también a cuerpos de seguridad y competiciones deportivas.


El 95% de los campos de tiro europeos cerrarán si se restringe el uso de munición de plomo propuesto por Europa


Pero la amenaza no se queda ahí. La prohibición de la munición de plomo también provocará que uno de cada cuatro cazadores abandone la actividad, según un informe publicado recientemente. Esto no solo perjudicará al sector, sino que tendrá un impacto directo en la conservación de los ecosistemas, dado que la caza es una herramienta fundamental para el control de poblaciones y la gestión del medio natural.

La ciencia ignorada: una decisión dictada por el lobby ecologista

Uno de los aspectos más preocupantes de este proceso ha sido la forma en que la ECHA ha elaborado su informe. En lugar de realizar un análisis equilibrado y basarse en estudios científicos imparciales, ha tomado como referencia exclusiva los informes del lobby ecologista, que lleva años presionando para acabar con la caza en Europa. La ECHA ha desestimado sin justificación alguna estudios que demuestran que el plomo no supone un riesgo real para la fauna en las condiciones en las que se usa en la caza.

Un estudio reciente ha demostrado que el impacto ambiental de los perdigones de plomo es mucho menor de lo que se ha afirmado en los análisis de los grupos ecologistas. Este trabajo, disponible en este enlace, concluye que la acumulación de plomo en los suelos no supone un riesgo significativo para la fauna ni para los ecosistemas cuando se emplea en el contexto de la caza regulada.

Pero la evidencia en contra de esta medida va más allá. Otro análisis detallado ha desmentido la supuesta relación entre la munición de plomo y la mortalidad de los buitres, una de las principales excusas utilizadas por los grupos ecologistas para justificar esta prohibición.

Sin embargo, estos informes han sido completamente ignorados por la ECHA y la Comisión Europea, que parecen más interesadas en contentar a las organizaciones ecologistas que en tomar decisiones basadas en la evidencia científica.

En coste de la caza del zorzal se dispararía si se prohíbe el plomo.
En coste de la caza del zorzal se dispararía si se prohíbe el plomo. © Ángel Vidal

Un ataque más al mundo rural y a la caza

Esta prohibición no es más que un nuevo intento de limitar y asfixiar la caza en Europa. Lejos de ser una medida basada en criterios técnicos o científicos, responde a la estrategia del lobby ecologista, que busca acabar con una actividad que desempeña un papel clave en la conservación de la biodiversidad y en la economía rural.

La UE, en lugar de escuchar a cazadores, científicos y expertos en conservación, ha preferido plegarse a los intereses de organizaciones radicales cuyo verdadero objetivo es la desaparición de la caza. Esta medida no solo afectará a los cazadores, sino también a la gestión de la fauna, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad económica de muchas regiones rurales.

Estudios cuestionables

La Federación Europea para la Caza y la Conservación (FACE), de la que la RFEC es miembro en representación de los cazadores españoles, ya denunció que la evaluación de riesgos de la ECHA sobre el plomo en municiones se basaba en suposiciones y estimaciones con un claro sesgo político hacia su prohibición total.

Según FACE, la base científica de la ECHA es débil, ya que las muestras de animales cazados analizados no consideran aspectos clave, como las partes consumibles de la carne de caza. Los niveles de plomo analizados provienen de áreas impactadas por la munición, que se descartan para el consumo, por lo que no representan un riesgo real para la salud. FACE sostiene que esta evaluación busca influir en la Comisión Europea, ignorando estudios que contradicen los hallazgos de la ECHA sobre la carne de caza y la salud humana.

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