Suecia quiere reducir el número total de lobos de su territorio (unos 300) a casi la mitad de la población: 170. Así lo ha acordado la Comisión de Agricultura y Medio Ambiente del parlamento sueco. La decisión ha contado con el voto de los Moderados, los Demócratas Suecos, los Demócratas Cristianos y el Partido del Centro.

La decisión de reducir la población a 170 animales deriva de una decisión del parlamento sueco de 2013, cuando decidió que el país debería mantener al menos entre 170 y 270 lobos para cumplir con los requisitos de la directiva de la UE. Desde 1966, cuando fueron protegidos para tratar de salvar a la especie, la población de lobos había ascendido hasta los 400. No obstante, en el último año su caza se ha intensificado para tratar de paliar los daños que producen a la ganadería.

España prohíbe su control con miles de ejemplares

Desde 2010 los lobos pueden cazarse en Suecia y, si bien la cifra de entre 170 y 270 lobos a conservar fijada en 2013 fue modificada en 2016 por el Tribunal Supremo Administrativo, que dictaminó que 300 lobos garantizarían la conservación de la especie, ahora se volverá a reducir a unos 170.

La cifra determinada como límite por Suecia choca con la de los más de 3.000 que se censaron en España entre 2012 y 2014 -desde entonces la población ha ido en aumento– y con la prohibición de la caza del cánido dentro de nuestras fronteras a finales de 2021. Mientras la nación escandinava con apenas 300 lobos plantea reducir ahora a la mitad esta población, en España -con miles de lobos y miles de ataques al ganado al año- su inclusión en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) ha provocado el blindaje de la especie.

Portugal ya blindó al lobo y fue todo un fracaso

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Lobo. © Shutterstock

El lobo ibérico es, posiblemente, la especie que de la fauna de la Península ibérica que más pasiones genera. Cada vez que en España se habla del gran depredador y de caza o ganadería se levantan opiniones encontradas. Su modelo de conservación en nuestro país había sido un éxito… hasta su inclusión en el citado LESPRE. Tras encontrarse cercano a la extinción a finales de los años 70, en 50 años sus poblaciones aumentaron de manera muy significativa en todo el noroeste de nuestro país. Tanto que el último censo, realizado en 2014, ya registraba a una población de unos 3.000 ejemplares. Cifras que no pararon de crecer gracias al modelo de gestión, entre las que se incluía su control.

El éxito español contrastaba con el fracaso portugués, donde los números del lobo ibérico no se han recuperado desde que su caza se prohibió totalmente hace casi 30 años. La aparición en febrero de 2021 de unas fotografías en las que se ve a dos ejemplares de lobo muertos en el Parque nacional de Peneda-Gerês, muy cerca de la frontera gallega en una trampa con lazos, es una muestra de ese fracaso. Y un ejemplo de lo ineficaz que es tratar de proteger una especie sin tener en cuenta a todas las partes afectadas por su presencia, especialmente al mundo rural.