El cazador malagueño Antonio Fernández, de 34 años de edad, abatió el pasado fin de semana durante una jornada de menor en las cercanías de la localidad de Cartaojal hasta tres conejos grises -de diferente intensidad- y uno rubio. Hablando con cazadores de la zona, dice que «nunca habían visto nada igual».

Aunque en otras zonas es habitual ver algún conejo rubio fruto de algún cruce con domésticos, no lo es en esta: «Si este tipo de conejo son de granja, que lo dudo, se han adaptado perfectamente a la vida del conejo de monte, ya que conviven con ellos», explica.

Armado con su semiautomática del calibre 20, consiguió hacerse uno a uno con los ejemplares: «Lo que más me sorprendió es que, cada uno que cazaba, era más y más claro hasta conseguir el rubio. Increíble», explica Fernández, que compartió la jornada con su perra de raza drahthaar: «Me gusta más cazar el conejo con un perro de muestra que con uno más activo como el podenco», explica el cazador.

Otra imagen de los los conejos. © A. F.

La variación del pelaje de los conejos, una característica digna de estudio

La mayoría estamos familiarizados con las diferencias de tamaño sur-norte, dado que generalmente una misma especie tiende a ser de mayor tamaño según se distribuye más al norte, un proceso que fue descrito por el científico alemán Carl Bergmann en 1847 y que recoge Ciencia y Caza en un interesante artículo en su web. Por ello ya no nos sorprende que los jabalíes y las perdices de Burgos sean más grandes que las de Cádiz.

Otro asunto relacionado es la variación de la coloración del pelaje y plumaje, que también pueden ser distintos en función del lugar en el que se encuentre la especie, si bien la explicación no es en este caso «sur o norte». Esta adaptación es conocida en el conejo de monte y seguramente a más de uno de venga a la cabeza aquel conejo más claro o más oscuro que abatió en tal sitio.

Un estudio de Stoner y colaboradores (2003), investigó esta adaptación en lagomorfos (conejos y liebres), utilizando datos de 146 investigaciones relacionadas anteriormente. Los autores asocian la variación de la coloración con el intento de camuflarse con el medio que lo rodea, de modo que en función de la vegetación predominante en la zona e incluso de la época del año esta tonalidad puede verse modificada en cierto grado. De esta manera conejos y liebres disminuyen las posibilidad de ser comidos.