Por Elena Fuentes y Raquel Castillo (Investigadoras de Fundación Artemisan)
Durante algo más de un año los investigadores del proyecto La cabra montés en España para actualizar el estado de esta especie en nuestro país hemos trabajado para, entre otras cuestiones, analizar la historia de sus poblaciones desde el siglo XX, determinar su distribución actual, estado sanitario y variabilidad genética, evaluar aspectos socioeconómicos relacionados con su caza, la homologación de sus trofeos, las distintas subespecies cinegéticas y el aprovechamiento de su carne, realizar una propuesta de modificación del Código Penal para combatir el furtivismo que sufre y explorar las distintas estrategias de gestión llevadas a cabo en España.
Para alcanzar estos objetivos hemos realizado una exhaustiva revisión bibliográfica de los trabajos publicados sobre la especie combinándola con análisis de nuevos datos y muestras obtenidas con la colaboración de los servicios autonómicos competentes en materia de caza, la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza (JNHTC), la Asociación para la Promoción del Turismo Cinegético en España (APTCE), el Safari Club Internacional (SCI) y cazadores, gestores y otros voluntarios.
En crecimiento poblacional y expansión
El número total de cabras monteses abatidas –según los datos cedidos por las comunidades autónomas– ha aumentado de unos 1.500 individuos en la temporada de caza 2004-2005 a 11.500 en la 2017-2018, mostrando una tendencia creciente y prácticamente constante en este periodo. Un hecho que se corresponde con un aumento en la abundancia de la especie y, además, indica que la actividad cinegética no está limitando su crecimiento. Por otra parte, la distribución actual se muestra en el mapa de la derecha –datos cedidos por las entidades y los colaboradores citados, así como extraídos artículos científicos–, ocupando alrededor de un 22% de las cuadrículas UTM 10×10 kilómetros en las que se divide la España peninsular.
La sarna sarcóptica y el furtivismo, amenazas
Desde finales de los años 1980, la mayoría de las poblaciones representativas de cabra montés se han visto afectadas por la sarna sarcóptica, provocando en algunos casos mortalidades superiores al 90% de la población. Para actualizar su distribución hemos analizado 125 muestras de piel, recogidas gracias a la ayuda de entidades y colaboradores, así como datos sobre la presencia de la enfermedad, cedidos por las distintas comunidades autónomas. En el mapa se muestran en rojo las cuadrículas UTM 10×10 kilómetros donde la cabra montés padece sarna –aproximadamente un 29% de las cuadrículas–.
El furtivismo es otra de las grandes amenazas para la cabra montés y otras especies. Al tratarse de una extracción de individuos no controlada y generalmente sobre machos con los mejores trofeos, afecta económicamente a los titulares de los terrenos cinegéticos –públicos o privados– y a la propia población, alterando su estructura. Para evitar que quede impune o se castigue simplemente con una multa es necesario modificar el Código Penal para considerarlo siempre delito –independientemente de si se produce en periodo hábil o de veda–, además de endurecer las penas.
Las cuatro monteses de la Península
La caracterización de un fragmento de un gen (citocromo b) de poblaciones distribuidas por gran parte del territorio español (457 muestras) nos ha permitido confirmar que la variabilidad genética de esta especie es muy baja. Además, no hay suficientes diferencias entre las subespecies C. p. hispanica y C. p. victoriae como para considerarlas distintas, como ya apuntaban anteriores estudios genéticos. No obstante, hemos encontrado algunas variantes genéticas características de ciertas poblaciones que pueden tenerse en cuenta para su gestión, como el marcador genético de identidad que hemos detectado en la población de Sierra Madrona.
Una clasificación bastante aceptada hoy en día, tanto en España como en el extranjero, es la que estableció el Safari Club Internacional (SCI) en 1986, que divide al macho montés en cuatro tipos o subespecies cinegéticas: Gredos, Beceite, Ronda y Sureste (el Grand Slam). Nótese que las subespecies cinegéticas no guardan relación con las subespecies científicas, ya que no persiguen los mismos fines. Para comprobar si el tamaño de los trofeos apoya esta clasificación, hemos analizado la longitud, el perímetro en la base y la envergadura de 2.110 trofeos homologados entre 1950 y 2021 por la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza (JNHTC), la fuente de estos datos, o por las comisiones autonómicas.
Este análisis muestra diferencias claras entre los trofeos de Beceite (mayor envergadura), Gredos (mayor grosor y longitud) y Sureste (menor grosor y longitud), mientras que la práctica ausencia de trofeos homologados de Ronda nos indica que estos machos no llegan a obtener medalla (por su menor tamaño), por lo que tendría sentido reconocerlos también como otra subespecie cinegética. A esto hay que añadir la posibilidad de incluir una quinta subespecie (Sierra Madrona), ya que cumple con todos los requisitos que establece Boone and Crockett Club.
La cabra montés en España
Todos estos y otros muchos resultados pueden encontrarse con mayor detalle en el libro La cabra montés en España: aspectos clave sobre salud, genética, caza y gestión editado por la Fundación Artemisan.
Redactado por los investigadores con la inestimable colaboración de numerosos expertos y con el patrocinio de Bergara, la obra resume más de un siglo de trabajo científico y de gestión de esta especie. Puede adquirirse enviando un correo electrónico a [email protected]