Ocurrió el pasado domingo, 21 de enero, en Masueco, Salamanca. Allí se estaba celebrando una batida de jabalíes que se había señalizado conforme a la legislación vigente. Aún así, varios grupos de senderistas se colaron en la mancha y, ante ello, un total de cinco cazadores tuvieron que abandonar sus puestos.

«Fue un momento de mucha rabia», ha comenzado contando Jorge Carrero, uno de los cazadores participantes, al equipo de Jara y Sedal. A pesar de estar señalizados los caminos de acceso, «la gente pasaba sin ningún tipo de respeto», ha asegurado. Ha resaltado, además, que ni siquiera «se dignaban a preguntar si se podía pasar o no».

Un grupo de senderistas se cuela en la zona de la batida mientras un cazador mira el móvil resignado. © J. G. C.

Los propios cazadores les advirtieron de la prohibición de pasar al lugar donde se estaba realizando una montería. Además, les advirtieron del peligro que conllevaba hacer caso omiso, pero esto no les detuvo. «Algunos de ellos, al pasar, soltaban una sonrisa como si estuvieran riéndose de nosotros. Otro preguntó que si estábamos en Ucrania, intentándose hacer el gracioso», ha confesado Jorge.

Algunos senderistas entraron a la mancha incluso con sus coches

Eran las 10:30 horas cuando llegaron a los puestos. En esos primeros momentos no pasó nadie, pero después de una media hora comenzaron a entrar varias personas e, incluso, coches. «Al ver que eso no iba a parar», ha explicado el cazador, «avisé a la organización de que estaban pasando sin ningún tipo de problema».

El trasiego de coches fue constante. © J. G. C.

«Decidí guardar el arma e irme al coche ya que eso era un peligro para mí, para mis compañeros y para la gente que estaba por allí caminando», ha indicado el cazador.

A pesar de esto, la batida continuó celebrándose, ya que el trasiego de paseantes solo afectó a la armada en la que estaba Jorge, con un total de cinco puestos. Cada uno tuvieron que pagar 50 euros pero, tal y como ha asegurado el cazador, «de momento nadie se ha puesto en contacto» con ellos para darles una solución.

«A pesar de escucharse las ladras de los perros y los disparos, la gente seguía entrando y saliendo como si no pasara nada». Además, según ha destacado el cazador, «los guardias forestales estuvieron a primera hora de la mañana en la junta y fueron avisados de que eso podría pasar, pero allí no se presentó nadie a pesar del peligro del que se les avisó».


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Finalmente, los cazadores que se vieron obligados a parar estuvieron esperando en los coches a que terminara la montería. «No íbamos nosotros a perjudicar a nuestros demás compañeros por culpa de toda esa gente que no tuvo ningún tipo de respeto hacia nosotros», ha valorado.

De igual modo, Jorge ha terminado relatando que su hermano estaba en esa misma montería, pero en diferente zona, y por allí apareció también un senderista «como si no pasara nada».

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