Seguro que nunca te has encontrado con un animal que cuando abre la boca podría hacerte creer que estás ante un jabalí. Imagínate si, además de esto, te dijéramos que ese hipotético animal vive en el agua y que tiene unos colmillos capaces de hacer temer hasta a los más valientes. No, no se trata de ningún tipo de tiburón, sino de una especie de salmón extinguida hace bastante tiempo.
En concreto, el Oncorhynchus rastrosus vivió hace más de cinco millones de años, pero no fue descubierto hasta la década de 1970. Lo que más llamaba la atención de este salmón, hasta el momento, era su enorme tamaño, puesto que podía medir hasta 2,7 metros de largo, y su increíble par de dientes frontales.
Un nuevo descubrimiento
Ahora, un análisis con nuevos fósiles y tomografía computarizada ha sumado a ambos aspectos unos colmillos, parecidos a los de un jabalí, que sobresalían de la mandíbula superior.
La profesora Kerin Claeson, del Philadelphia College of Osteopathic Medicine (PCOM), autora principal de este nuevo estudio, ha detallado que estos dientes, presentes tanto en machos como en hembras, habrían tenido una gran variedad de funciones.
«Sabemos desde hace décadas que estos salmones extintos del centro de Oregón fueron los más grandes que jamás hayan existido. Sin embargo, descubrimientos como el nuestro muestran que probablemente no eran gigantes amables», ha expresado en un comunicado.
Acerca de esos colmillos ha explicado que «estas enormes púas en la punta de sus hocicos habrían sido útiles para defenderse de los depredadores, competir contra otros salmones y, en última instancia, construir los nidos donde incubarían sus huevos».
El salmón fue un reto para los investigadores
Normalmente, cuando los investigadores estudian un animal ya extinto suelen buscar parientes vivos al reconstruirlos. Sin embargo, el tamaño de los dientes de este salmón les llevó a buscar inspiración en los gatos con dientes de sable.
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En lo que respecta a sus enormes medidas, algunos de esos investigadores han apuntado a que estas significan que el salmón se alimentaba por filtración. Dicha idea está respaldada por el hecho de que tiene más branquiespinas que cualquier otra especie conocida, tanto viva como extinta. Por lo tanto, sus colmillos no eran armas depredadoras.
Por último, el equipo también descubrió otras diferencias en la densidad y forma de los huesos entre especímenes que les hicieron sospechar que podrían haber sido de distintos sexos. Concretamente, los machos desarrollaron una estructura conocida como ‘kype’, o lo que es lo mismo, una mandíbula en forma de gancho que les ayuda a establecer el dominio durante la temporada de reproducción.