La celebración del ‘noviazgo’ a veces se convierte en objeto de polémica. Huevos por la cabeza, sangre y vísceras por toda la ropa y partes del cuerpo… Son algunas de las prácticas de mal gusto con las que a veces se celebra la entrada al colectivo cazador de un nuevo miembro. Pero… ¿realmente el noviazgo es eso? La respuesta es no.
14/7/2016 | Redacción JyS
¿Cómo se realiza el ritual tradicional del noviazgo montero?
La tradición del noviazgo se realizaba a modo de juicio cuando un nuevo cazador abatía por primera vez una especie de caza mayor en montería. Podía ser un cérvido o un jabalí. En este juicio participaban como fiscal, juez, abogado defensor, jurado y alguaciles, los cazadores más veteranos de los que se encontraran presentes. Generalmente el organizador, o capitán de montería, es el juez y el encargado de designar al resto de componentes.
Una vez iniciado el juicio por orden del juez, a la sazón presidente del jurado, el fiscal se encarga de acusar al ‘delincuente’ –que previamente ha sido detenido y retenido por los alguaciles- y de aportar todos los datos posibles para incriminarlo. Para este cometido puede alegar también circunstancias agravantes –sin sentido– del tipo «antes de que soltaran las rehalas», «Con alevosía y premeditación»…
Tras la acusación, llega el turno del abogado defensor expone un alegato a favor de su ‘cliente’, pero acabará por liarse en su intervención y culpará aún más a su defendido. Eso sí, intentará aportar situaciones atenuantes como «Encontrándose mi defendido bajo los efectos de una fuerte adicción a la caza» o «Tras haber confesado su delito al señor juez…’» –en este caso el juez puede negar la mayor–.
Después de escuchar los alegatos de acusación y defensa, el jurado se retirará a deliberar sobre la sentencia a imponer –o a recoger los bártulos para ejecutarla–. Y acto seguido procederán a dictar su veredicto.
¿En qué consiste la ‘sentencia’?
La pena impuesta por el tribunal debe ser algo suave. En ningún caso será denigrante ni para el ‘reo’ ni por supuesto para la pieza abatida, a la que se le deben rendir respetos desde su abate hasta la preparación de la carne. Debemos cuidar la imagen que se da de la caza, las imágenes que subamos después a redes sociales las verán personas que no son cazadoras, y eso influirá en la aceptación social que tiene la actividad cinegética.
No se trata de hacer ‘perrerías’ al nuevo cazador, sino de que viva un momento especial que no olvidará jamás. Al fin y al cabo es el día en que abatió su primera res. Por tanto, con mancharle la cara con un poco de sangre, y mucho respeto, será suficiente. Cualquier otro tipo de acción que exceda a esto –como poner el animal sobre el cazador o cualquiera de sus partes–, es repugnante en el más amplio sentido de la palabra y debería ser reprobada por el resto de cazadores presentes.
Son demasiadas las inaceptables imágenes de este tipo que circulan por Internet. Fotografías que los grupos anticaza utilizan para criminalizar al colectivo cinegético y hacer campaña en contra de nuestra actividad entre la sociedad no cazadora. Por no hablar de la inaceptable falta de respeto que se muestra hacia el animal que ha entregado su vida.
Además de las manchas de sangre por toda la cara, el juez podrá dictaminar que el ‘culpable’ deba invitar a una comida, o lo que se estime oportuno, al resto de presentes. Como generalmente el nuevo montero es joven –y se supone que no tiene ingresos-, el que suele correr con estos gastos es el progenitor o la persona que le ha llevado a la cacería.
Alternativas al acto del juicio tradicional
La tradición en la que se celebraba el juicio se está perdiendo, al igual que las formas de hacer del noviazgo un momento bonito. Aún así, si no queréis interpretar este acto, siempre podréis obviarlo y proceder directamente a la sentencia. Pero recordad: siempre respetando al cazador y a la presa; siempre respetando la visión ética de la caza.
Como hemos dicho, en un principio la celebración del noviazgo servía para celebrar el primer abate de una res en montería de cualquier cazador sólo en montería. Hoy en día, cada vez es más habitual que se realice con la primera pieza de caza mayor que abata un joven cazador, dando igual la modalidad que se practique. Hay que tener en cuenta que antes modalidades como la espera o el rececho no estaban tan extendidas ni eran tan practicadas como en la actualidad.
La mayoría de los cazadores que se inician en la mayor están deseando poder abatir su primer animal para que se les haga novios. Pero si por un casual, alguien no quiere ser sometido a esta tradición, no tiene por qué ser obligado. El noviazgo es una tradición, no una obligación.
Título de montero
Como ya hemos citado, el noviazgo tiene sus raíces en la montería. Es como el ‘bautismo’ de un nuevo montero. Por ello, el fin último de esta tradición es la entrega del título de montero, firmado por el organizador –o capitán de montería- y por el nuevo cazador, aunque también puede ir firmado por el resto de implicados en el ‘juicio’.