El rebeco (Rupicapra Pyrenaica), también conocido como sarrio en Aragón o isard en Cataluña es un ungulado de la familia de los bóvidos que habita en zonas de alta montaña en España.
¿Rebeco o sarrio?
Aunque se trata del mismo animal el sarrio y el rebeco se consideran dos subespecies distintas.
Por un lado, encontramos al rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva), al que como su propio nombre indica podemos encontrar en gran parte de zona de la Cordillera Cantábrica. Y por otro lado el sarrio o isard (Rupicapra pyrenaica pyrenaica), como se le denomina en la zona de Pirineos, de ahí que también se le conozca como rebeco pirenaico.
La principal diferencia entre ambas subespecies, además de su localización, es su tamaño corporal y de sus cuernos, siendo el pirenaico ligeramente más grande.
Morfología
Los rebecos en España son unos animales relativamente pequeños, perfectamente adaptados a las inclemencias y dificultades del terreno en alta montaña que pueden llegar a vivir hasta 20 años.
Poseen una longitud del cuerpo de 110-130 centímetros, 70-80 centímetros a la cruz y unos 20-30 kilogramos de peso, siendo ligeramente más grandes los machos y dentro de las dos subespecies los que habitan en Pirineos.
Los animales de ambos sexos poseen cuernos y una similar morfología, por lo que apenas existe dimorfismo sexual. Estos cuernos verticales y con terminación en gancho son ligeramente más grandes y cerrados en su parte superior en el caso de los machos.
Otra característica destacable del rebeco es su extraordinaria vista y olfato, situándose siempre en lugares elevados desde los que controlar posibles peligros y depredadores, como lobos, águilas y osos.
Pezuñas
Una de las características que le hace posible vivir en alta montaña transitando por rocas, nieve y hielo casi verticales son sus pezuñas perfectamente adaptadas a este tipo de terreno.
Éstas poseen unas almohadillas centrales que amplían la superficie de agarre y membranas interdigitales que les facilita el moverse por terrenos difíciles e incluso helados evitando que resbalen.
Pelaje
Su pelaje varía a lo largo del año como consecuencia de las diferentes temperaturas y condiciones a las que tienen que enfrentarse en alta montaña.
En verano, el pelaje del rebeco es pardo con tonos rojizos, flanqueado por matices blancos y negros en el vientre, cuello y cabeza. Mientras que, en invierno con una mayor densidad de pelo que le protege del frío, éste torna a un color más grisáceo manteniendo zonas más oscuras tan características.
Las crías de rebeco desde el momento de su nacimiento poseen las mismas tonalidades que los adultos.
Comportamiento del rebeco
Se trata de un animal de alta montaña que llega a ocupar altitudes por encima de los 2.500 metros. De hábitos diurnos, centra su alimentación a base de pastos y plantas leñosas en las primeras y últimas horas del día.
Durante los meses de verano se encuentran a mayor altitud, alejado de la presencia humana y donde el alimento es más abundante y rico en nutrientes; pasando a encontrarse durante el invierno en cotas más bajas dentro de bosques y zonas frondosas donde la nieve no es tan frecuente.
Los rebecos en España suelen formar grupos de varios individuos durante la mayor parte del año, encontrando a los machos separados de hembras y crías con los que únicamente se juntan en la época de apareamiento que tiene lugar en noviembre y diciembre.
Celo del rebeco
La época de apareamiento de rebecos y sarrios se produce durante los meses de noviembre y diciembre. Tras 20 semanas de gestación las hembras habitualmente paren una única cría que les acompañará durante los dos primeros años de vida.
Población de rebecos en España
Se trata de un animal en perfecto crecimiento poblacional, logrado en buena parte por la gestión que se realiza en Reservas y Parques Nacionales con una caza controlada que equilibra el número de éstos evitando un número de excesivo que desemboque en enfermedades.
El rebeco ha sufrido y sufre de dos enfermedades como son la sarna sarcóptica y la queraconjuntivitis que, aunque actualmente se encuentran controladas, años atrás han provocado que la población quedara diezmada en muchas zonas de España donde habita.