La tarde del pasado domingo, una fuerte tormenta descargaba sobre la parroquia de Santa María de Pescoso, en el concello pontevedrés de Rodeiro. Julia Méijome Gil conducía de regreso a casa su rebaño de 25 vacas por una vereda habitual. Pero la intensa lluvia había convertido el estrecho camino rural en un torrente, obligándola a desviarse por una finca próxima. Esa decisión, junto con las botas de goma que llevaba puestas, probablemente le salvó la vida.
El último rayo de la tormenta —la segunda de la jornada— cayó en ese instante. Julia sintió el estruendo, miró hacia las vacas… y ya estaban en el suelo, fulminadas. Solo tres lograron sobrevivir, aunque se encuentran en estado grave. «Sintió un rayo, miró, y ya estaban en el suelo, murieron al instante», explicó su hija María en declaraciones recogidas por La Voz de Galicia.
Una familia ganadera devastada
Cándido Pardo y su esposa Julia llevaban toda una vida dedicada al ganado. A cinco años de su jubilación, la granja era mucho más que un medio de vida: era su proyecto vital. Con apenas cuatro animales supervivientes, el futuro de la explotación es incierto. Los hijos del matrimonio tienen otros trabajos, y volver a poner en marcha la granja requeriría una inversión y un esfuerzo difícil de asumir.
El dolor no es solo económico. La pérdida emocional es profunda. «Tenía unas vacas muy bonitas, daba gusto verlas», relató Severino Fernández, vecino del matrimonio. Algunas de las vacas fallecidas estaban preñadas, lo que agrava aún más la magnitud del desastre.
Un vídeo que estremece en redes
La escena fue tan impactante como desgarradora. Las reses cayeron en fila, sobre el embarrado suelo del camino rural. El vídeo compartido por @ecosdacomarca en TikTok muestra la magnitud de lo ocurrido, con las palabras de Jesús Montes, presidente de la cooperativa de O Rodo, quien lamenta profundamente lo sucedido.
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La familia, todavía en shock, esperaba este lunes la llegada del perito para tramitar el parte y comenzar la retirada de los animales. Aunque el seguro podría cubrir parte de los daños, el vacío que dejan estos animales —criadas con esmero, una a una, por Julia y su perro— es irreparable.
Un rayo, un segundo y una vida salvada
Lo que pudo ser una tragedia aún mayor tuvo un atisbo de milagro. Julia no iba pegada a las vacas, sino algo por detrás, y las botas de goma que calzaba actuaron como aislante. «Eso fue lo que me salvó», comentó. El perro que la acompañaba huyó despavorido tras el suceso, tardando horas en regresar a casa.
El alcalde de Rodeiro, José Luis Camiñas, y representantes de la cooperativa no tardaron en acudir a la zona para apoyar a la familia. Los vecinos también se volcaron, consternados por un accidente que, aunque extraordinario, no es inédito en la zona. Aún recuerdan cómo, años atrás, otro rayo mató a varias reses en el municipio.
Julia, con admirable entereza, aceptaba lo sucedido con resignación: «Ya no se puede hacer nada, son cosas que pasan».