Elaboramos este pequeño artículo con motivo de una interesante pregunta, que alguno de nuestros miembros de ANARMA nos ha hecho llegar. Una cuestión motivada por las noticias que nos llegan desde Ucrania, donde en los últimos días se han repartido 25.000 fusiles automáticos y ocho millones de cartuchos entre la población civil. ¿Qué pasa con las armas de los civiles en una invasión?

Hay que aclarar que nos encontraríamos ante dos posibles escenarios. El primero sería que las armas se quedasen en manos de la población y pudiese hacer uso de ellas para luchar contra el ejército invasor. La segunda es que fuesen requisadas, ya sea por el propio Gobierno o por el enemigo.

En cualquier caso, la respuesta no es sencilla, puesto que estaría condicionada por varios factores. En el caso de España, el factor de mayor peso sería el tipo de Gobierno que tuviésemos al mando de nuestro país y de su posición frente a las armas. Y decimos esto, porque basta ver las diferentes respuestas que a la crisis ucraniana están dando los países de nuestro entorno. Para ello, citaremos dos ejemplos bastante ilustrativos.

Así pues, un estado como Alemania, muy dependiente del gas ruso y con una coalición de partidos donde hay formaciones ecologistas y de izquierdas, lo máximo que había hecho hasta el momento había sido enviar 5.000 cascos. Pero es que, además, bloqueaba los envíos de armas que pasaban por su territorio. Ahora bien, ante las críticas de sus socios, el ridículo internacional y la creciente amenaza rusa, el pasado sábado 26 autorizó el envío de 1.000 armas antitanque y 500 misiles Stinger antiaéreos.

Frente a este ejemplo, nos encontramos a los países del Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia), quienes se han volcado con el pueblo ucraniano desde el primer momento, con envíos de armas, municiones y material militar de todo tipo.

Por otra parte, a la hora de analizar la defensa de un país por parte de la población, se deben tener en cuenta diferentes aspectos que a continuación detallamos.

Un cazador con su rifle haciendo prácticas de tiro. © Israel Hernández
Un cazador con su rifle haciendo prácticas de tiro. © Israel Hernández

La legislación de armas, un factor clave

Un factor que condiciona la respuesta es la legislación de armas del país. Un estado con legislación abierta permite un mayor y más fácil acercamiento a las armas de su población. Unas leyes que permitan y amparen la autodefensa, mentalizan al ciudadano a ejercer la defensa de su familia y de su país. Un reglamento de armas que no prohíba ciertos tipos de armas o los calibres que puede usar los civiles, hace más efectiva esa defensa.

Así, por ejemplo, hay estados con una normativa más racional y abierta, como la República Checa, donde el 10% de la población porta una o varias armas a diario. Estos tendrían mucho ganado. Enfrente tenemos a países como España, con menos armas en manos de civiles –seis por cada 100 habitantes que son usadas para caza y tiro– y fuertes restricciones en tipos de armas, accesorios, calibres y munición almacenada por particulares.

Frente al resto de países europeos presentamos importantes deficiencias. Tenemos una lista de calibres prohibidos, que el año pasado el Ministerio de Defensa intentó ampliar sin éxito, por la contestación ciudadana movilizada por ANARMA. Esta lista negra impide que tengamos armas en algunos calibres OTAN, tampoco los de dotación en Rusia y en China. Algo que, en caso de invasión, impediría el reparto de municiones entre la población civil desde nuestros polvorines militares o aprovisionamiento de oportunidad del enemigo

Cartuchos que, por otra parte, son de enorme popularidad en el resto del mundo. En España están prohibidos el 5,56×45 mm, .223 Rem, 7,62×51 (en semiautomático), .308 Win. (en semiautomático), 7,62×39 mm (en semiautomático) y otros. Haciendo por otra parte, que los españoles paguemos más por las armas y municiones alternativas.

Por si lo anterior fuese poco, las draconianas limitaciones de almacenamiento de munición, que nuestro Reglamento de Armas y Explosivos impone a civiles, limitan extraordinariamente el uso de esas armas, que al poco de una invasión haría que nos quedásemos sin cartuchos.

Munición metálica en la fábrica de Norma (Suecia). © Israel Hernández

Finalmente, sin querer ser exhaustivos, la confiscación inconstitucional de cargadores de alta capacidad realizada por la Intervención Central de Armas y Explosivos (ICAE) el año pasado, ha reducido las capacidades de estos rifles. Esto solo ha sucedido en España, el resto de países europeos han estableció excepciones a miembros de las fuerzas armadas (FAS), fuerzas y cuerpos de seguridad del estado (FCSE), tiradores deportivos y coleccionistas, para que pudiesen seguir poseyendo cargadores de alta capacidad.

Tal es la sin razón de nuestro reglamento de armas, que nuestros miembros de las FAS y FCSE NO pueden comprar ni poseer de forma particular cargadores de alta capacidad. Se tiene que conformar con los que se les proporciona de dotación, que además son escasos. En la actualidad, solo la unidad donde estén encuadrados puede comprar estos cargadores, debiendo proporcionar un certificado de último destino, un auténtico atropello y sinsentido, que baja la capacitación e incluso pone en peligro la vida de nuestros soldados, y por ende nuestra propia seguridad.

El registro, un arma de doble filo

Otro aspecto muy importante frente a una invasión, es el nivel de registro de armas de la población civil por parte del estado. En el caso de España, la administración obliga a registrar todas las armas de fuego, por lo que tiene bases de datos en las que sabe de quién son y dónde se guardan. Una medida que solo ha servido a lo largo de la historia como herramienta de confiscación por parte de la autoridad gubernamental, pero también por parte del enemigo invasor. No existe ningún caso en el que el registro de las armas haya prevenido un asesinato o una muerte ni tampoco es efectivo contra el tráfico ilegal. De hecho, si lo fuese veríamos en las noticias o en el Anuario Estadístico del Ministerio de Interior como ayuda a resolver o impedir crímenes, algo que no ocurre.

Como ejemplo, cuando los alemanes invadieron la República Checa en 1939, lo primero que hicieron fue acudir a los registros de armas de la policía para identificar a los ciudadanos armados. Por suerte, solo requerían una licencia de armas los grandes tenedores de armas, para el resto de ciudadanos, no había registro. Eso motivó un bando que llamó a la entrega de las armas en propiedad, so pena de muerte. Por supuesto, prácticamente ningún ciudadano hizo caso, lo que costaría la vida a algunos de ellos.

En la Guerra de los Balcanes, fue práctica habitual desarmar con engaños a los ciudadanos que tenía sus armas registradas a través de las autoridades locales. Posteriormente, fuerzas enemigas entraban en las localidades perpetrando matanzas indiscriminadas con total impunidad. Más recientemente en Irak, la primera medida tomada por los talibanes en las ciudades ocupadas fue emitir bandos requiriendo las armas en manos de civiles, so pena de severos castigos, incluida la muerte.

El modelo defensivo de un estado

El modelo defensivo de un país facilita el compromiso del ciudadano con su país y lo dota de efectividad a la hora de participar en un conflicto. Es decir, se conciencia a priori de que es una situación que se puede dar y cómo se articula su participación en el modelo de defensa. Además, se organiza en torno al mismo una serie de actividades periódicas que refuerzan y cohesionan con otros ciudadanos su participación.

Hay países como Suiza cuyo modelo es básicamente el de una milicia y los ciudadanos guardan en su casa un rifle automático con una pequeña cantidad de munición de dotación. Finlandia, con una población de 5,4 millones de habitantes, recurre a un modelo híbrido, con 8.000 soldados profesionales y 27.000 milicianos que realizan prácticas un mes al año con sus armas semiautomáticas. Entre estos no hay uniformidad en cuanto al modelo de rifle.

Estados Unidos es definitivamente un país prácticamente imposible de invadir, dado el número de armas en manos de civiles (110 por cada 100 habitantes) y la pericia con las mismas que tienen la mayoría de sus ciudadanos. Se atribuye al Almirante Isoroku Yamamoto la siguiente declaración durante la Segunda Guerra Mundial: «No puedes invadir los Estados Unidos. Hay un rifle detrás de cada brizna de hierba».

Rifles de caza. © Israel Hernández
Rifles de caza. © Israel Hernández

A pesar de poseer el ejército más poderoso del mundo, EEUU tiene un muy potente sistema de milicias, para la defensa de su territorio. Esto es debido a un hecho histórico clave en la historia de este país, la guerra de Independencia Norteamericana (1775-1783). En aquel conflicto se demostró con claridad que las milicias podían derrotar a un ejército profesional, mejor dotado y preparado desde el punto de vista militar.

En muchos Estados de la Unión existen diferentes tipos de milicias. Por ejemplo, en Texas milicias registradas y que están perfectamente integradas dentro de la cadena de mando y estructura militar. También existen milicias informales no registradas, organizadas entorno a grupos de amigos o antiguos combatientes. Todas ellas suelen entrenar regularmente y tienen numerosas armas y significativos almacenamientos de munición.

En España, existe la figura del reservista que no está excesivamente bien regulada y que año tras año, ofrece menos plazas de servicio que la que demanda que tiene. En cuanto a la milicia, España ha tenido una gran tradición, hasta la finalización de la Guerra Civil española. Los historiadores establecen dos periodos diferenciados en nuestro país las milicias antes y después del siglo XVIII. En el primer caso las milicias provinciales eran completamente autónomas e independientes del ejército regular, en el segundo eran dependientes y estaban mejor regladas.

¿Qué pasaría si España fuese invadida a fecha de hoy?

Es difícil saberlo, pero a tenor de las políticas anti-armas y anti-caza puestas en marcha por el actual Gobierno, nos tememos el peor de los escenarios: posiblemente nos encontraríamos ante una confiscación gubernamental de todas nuestras armas previa a la invasión. En España tenemos unos 800.000 cazadores y 75.000 tiradores deportivos, usuarios con conocimiento y pericia suficiente para empuñar con seguridad y efectividad un arma. Ahora bien, esto no quiere decir que tengan una mínima instrucción militar, pero sí que ofrecen una última línea de defensa ante una invasión.

Varias escopetas en un armero. © Israel Hernández
Varias escopetas de caza. © Israel Hernández

En cualquier caso, tampoco debemos minusvalorar el instinto natural, la motivación de defender tu patria y familia, ni el conocimiento del terreno que puede tener un civil a la hora de luchar contra una invasión, más aún cuando los españoles somos los inventores de la guerra de guerrillas. Un pequeño apunte, el mejor francotirador de la historia (300 bajas producidas aproximadamente) ha sido el finlandés Simo Häyhä, que antes y después de ser soldado fue cazador, su auténtica pasión.

Al margen de lo anterior y centrándonos en las armas, los problemas que pudieran presentar los civiles españoles, además de falta de formación militar, son de naturaleza logística. Propiciados por una legislación que desconfía del ciudadano armado y lo trata como un presunto delincuente, si no es imposible entender tales restricciones. Restricciones que, repito, no existen en ningún país de Europa. Aunque nadie escarmienta en cabeza ajena, tal vez los sucesos acaecidos hace unos días en Ucrania hagan reflexionar a los responsables políticos, sobre lo que está sucediendo en España en materia de armas.

De hecho, la normativa de armas y calibres en España, valga como ejemplo la afectación que ha tenido la actual restricción de cargadores a los miembros de las fuerzas armadas o las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, sería el Reglamento de Armas que un enemigo de nuestro país desarrollaría para minimizar el impacto de la resistencia de civiles armados y para reducir parte del equipamiento de nuestras FAS y FCSE.

Desde ANARMA llevamos luchando por sustanciales modificaciones del Reglamento de Armas y Explosivos, tanto en tribunales como en el Congreso de los Diputados. Modificaciones en línea con los reglamentos que tienen otros países de nuestro entorno y que no solo facilitan la actividad de la caza, el tiro y el coleccionismo de armas, sino, llegado el caso, también la defensa de nuestra nación.