Para el aficionado con pedigrí, el enamorado hasta la médula del campo y esta forma de vida, los meses de veda pueden resultar un suplicio difícil de acarrear con dignidad y sin dar una imagen demasiado escandalosa de inadaptación social. Os ofrecemos algunas propuestas o excusas para mantenernos relacionados con nuestro mundo y sobrevivir a los meses más largos del año.
11/4/2018 | Antonio Cástor Puerta
1. Dar “gusto al gatillo”

Foto: Ángel Vidal. 

¡Os advierto ahora que estáis a tiempo! Luego llega el descaste, media veda, general, monterías… y nos lamentamos de nuestra mala puntería y la falta de práctica. Si restringimos nuestros lances a los estrictamente cinegéticos, para una mayoría pocas serán las oportunidades de mejorar y adquirir destreza. Para eso están los campos de tiro al plato en sus distintas modalidades. Especialmente el compak sporting y los recorridos de caza son una herramienta insuperable para mejorar el tiro a la caza, además de un divertimento de primera categoría. Echo en falta, al menos en esta parte de la Península, campos de tiro especializados en caza con arma rayada. Veo en Internet sobre todo en el extranjero algunos complejos que son una maravilla, con simulación de lances reales sobre caza mayor, con siluetas sobre raíles… Lugares que aquí tendrían una demanda importante puesto que corregir vicios y aprender a disparar con unas pocas balas sobre la caza al año, es poco probable. Lo normal para muchos tras la época de monterías es que la misma bala del ‘300’ acabe valiéndole al ’30-06′ de tanto entrar y salir de la recámara.

2. Patrullar y mantener el coto

Foto: Shutterstock.

Resulta un tópico cuando se habla de qué hacer en época de veda, pero es que realmente es una magnífica excusa para pisar el campo, además de algo imprescindible. Si nos dedicamos a ir al monte a depredar solamente  somos como cazadores, anacrónicos perdidos, residuos nocivos de una forma de ver la caza de otra época. Prueba de la insustituible labor que realizamos son las miles de hectáreas que quedan libres en nuestro país. Allí está comprobado que los terrenos en los que no se caza ni se gestiona se convierten en parajes desolados con una riqueza biológica muy baja, en su mayoría machacados por una superpoblación de jabalíes y otros predadores como zorros y urracas. Muy pocas especies prosperan allí debido al desequilibrio existente. Reponer tablillas, crear y mantener bebederos y comederos, siembras para la fauna, vigilancia del furtiveo… Son trabajos que nadie va a hacer por nosotros porque a nadie le duele e interesa cómo a nosotros, o debería.
3. Limpiar y revisar las armas
Foto: Shutterstock.

Aquí sí que debo entonar el “mea culpa”. Soy un desastre sin paliativos en estas lides. El otro día me decidí a limpiar mi escopeta y rifle de cabecera tras muchos años de tiroteo, convencido por un amigo de que la carbonilla que me salta a los ojos cuando disparo con la escopeta hacía arriba no es vejez del arma, sino pura desidia. Fue más un trabajo de deshollinador que de maestro armero. La mayoría de las  piezas cambiaron de color y si alguien hubiese hecho el trabajo por mi habría pensado al concluir que no eran “mis hierros”. Y la verdad es que disfruté con todo el proceso y pasamos una mañana muy entretenida.  Pues ahí tenéis, dependiendo de la cantidad de armas que tengáis y uséis, uno o varios ratos más relacionados con lo nuestro para esos días en que os sintáis  “deshubicados”.
4. Trastear con el fototrampeo
Foto: JDG

De unos años a esta parte estas cámaras con sensores de movimiento e infrarrojos han revolucionado el mundo de la caza, porque nos ofrecen una cantidad de información crucial y mucho más que útil. El saber lo que nos está entrando a un puesto, desde dónde, a qué hora, la temperatura ambiente… hasta hace muy poco era solo un sueño para todo cazador, especialmente esperistas. Pero el restringir el uso del foto trampeo a los aguardos es limitarnos mucho. Colocándolas en pasos, aguaderos, comederos, gateras; sabremos y veremos casi todo lo que vive en nuestro coto. También se pueden utilizar en labores de vigilancia, grabando los accesos. Para esto son especialmente útiles las que envían fotografías al correo electrónico o móvil. Los modelos buenos rondan los 300€; llamar a la puerta del furtivo y enseñarle el vídeo de su fechoría… no tiene precio.
5. Fabricar o reparar trastos e inventos
Foto: Edu Pompa

Es el momento de construir esa caseta o puesto en alto para esperas, ese cimbel telescópico del que siempre nos hemos acordado cuando la encina era demasiado alta, reparar el puesto portátil desvencijado o ajustar el remolque que anuncia nuestra llegada con chirridos desde kilómetros antes. También podemos aprovechar para construir o adecentar unas cómodas perreras para nuestros compañeros más imprescindibles y sufridos, recreándonos y no escatimando en su bienestar, diseñando todo bien para que su vida sea agradable y a la vez minimicemos el trabajo de limpieza y mantenimiento. La lista puede ser muy extensa porque este mundillo, si el ingenio y las ganas de hacer cosas confluyen, da mucho de si y esos ratitos en el taller pensando, diseñando y creando algo relacionado con la caza son un disfrute importante, y si encima funcionan… ¡Éxtasis cinegético-industrial!

6. Campeo y adiestramiento

un cazado utiliza el collar electrico durante el entrenamiento de su perro
Foto: JyS

Cuidado con el campeo de nuestros perros porque aunque totalmente necesario son pocos los lugares en los que legalmente podemos hacerlo en época de veda. Como siempre, consultar legislación y tened a mano correa y  bozal. Son unos meses también para el adiestramiento “de salón” dedicando muchos ratitos a ese cachorro que podría ser un figura en ciernes, ya sea de muestra o rastro. Un animal desangelado y abandonado en una perrera aparte de ser una vergüenza y casi delito para su dueño, jamás llegará a ser nada por muy buenos instintos que tenga. También son  estos unos meses clave para los aficionados a la caza con cimbel, criando y adiestrando palomas para el balancín, bomba, suelo…Muchos neófitos creen que no hay más que atar un palomo y preparar la escopeta. Un cimbel sin escuela o mal adiestrado es un quebradero de cabeza y pasa más tiempo colgando boca abajo que aleteando como reclamo, y motivo de abandono por desesperación para muchos principiantes.

7. Leer Jara y Sedal y seguirla en las redes sociales

Foto: Carlos Vignau

Lejos quedan ya aquellos años en que era realmente complicado encontrar información y entretenimiento cinegético fuera de la gloriosa revista Caza y Pesca. Quizá que hemos pasado al otro extremo y hoy tenemos una sobreabundancia de publicaciones impresas, vía Internet o en forma de vídeos de caza de todos los colores, la mayoría realizados con dudoso gusto y muy perjudiciales para la de por si vilipendiada imagen del cazador cara a la galería mojigata y desnaturalizada. Está en nosotros seleccionar qué tipo de contenidos nos gusta leer y ver,  y en mí el contaros sin temor al equívoco que hoy, con la que nos está cayendo y posiblemente caerá, Jara y Sedal es de las pocas publicaciones que nos defiende y se moja frente al sector anticaza y las instituciones; y buenas persecuciones que sufre por esta causa. También podéis tener la seguridad de que cualquier contenido publicado en sus páginas o en la web está seleccionado y merece la pena de verdad, siempre  desde la pasión y el respeto por la caza. Si eliges seguirnos y apoyarnos matarás muchos ratos perdidos de la mejor forma y estarás reivindicando tu derecho a cazar y ser feliz haciéndolo.
8. Ponernos en forma
Foto: JDG

‘El’ Decathlon ha hecho mucho daño. Por un módico precio cualquier cuerpo serrano se embute unos leggins, se sube sobre unas zapatillas pronadoras o supinadoras y le da por correr hasta juntar hueso con pellejo. Yo no digo tanto. Hablo de calzarnos nuestras botas de caza y caminar por el campo. Haciendo marchas largas dentro de nuestras posibilidades evitamos el ‘amorcillamiento’, que a ciertas edades es la tendencia natural cuando uno se retrae a su hogar y se entrega al amor de un sofá con orejeras. Ésta, además, es una actividad que podemos hacer acompañados por nuestra familia o amigos y que disfrutaremos enormemente, llegando a convertirse casi en una necesidad sin llegar a extremos ‘cuasi’ anoréxicos y pudiendo incluso llevar ropa menos ceñida que no marque tan a las claras nuestra mayor o menor virilidad. Y que conste aquí también que yo no os he prohibido la cerveza en ningún momento.

9. Compensar el tiempo ‘robado’ a la familia

Os voy a contar un secreto sabiendo que va a quedar entre nosotros: también se puede disfrutar haciendo actividades distintas a la caza y os sorprenderá descubrir que el renunciar a nuestro egoísmo intrínseco de cazador compulsivo de vez en cuando, puede ser incluso sano. ¡Y esto no lo soléis leer en las revistas de caza! ¿A qué no? ¡A ver! No quiero que tampoco llevemos la cosa a los extremos: es imposible ser feliz y disfrutar de un día entero de tralla en un centro comercial haciendo de perchero y controlando a la prole, pero puedes intentarlo al menos. Ya en serio, si nuestros seres queridos, como pasa a menudo, no comparten esta afición y aún así son capaces de soportar nuestras continuas escapadas y conversaciones monotemáticas… se merecen un poco o un mucho de nuestra atención  y además el que lo hagamos de buena gana, nada de “morder soga”. Un viajecito, atender las obligaciones aparcadas, paseos en familia… ganar unos puntitos para cuando dentro de unos meses haya que “tirar de ellos”.

10. Y por supuesto, cazando

Foto: JyS

¡Qué mejor forma de soportar la época de veda que cazando! Para algunos privilegiados estos meses de inactividad no lo son tanto y el tedio de la inactividad se ve jalonado de incursiones cinegéticas en pos de esos corzos primaverales y aún veraniegos, esperas a los jabalíes en las siembras con permisos por daños, salidas con autorización para el control de predadores… Son varias las opciones que se ofrecen al cazador impenitente para seguir manteniendo viva la vela siempre muy atento a las consabidas órdenes de vedas de las distintas autonomías. Por más ilógico e injusto que resulte, lo que puede ser absolutamente legal en este coto, puede considerarse una auténtica felonía solo unos metros más allá; en la siguiente provincia.  Vamos a considerar a los aficionados que pueden disfrutar estas escapadas como enfermos menos graves sin necesidad de un tratamiento tan estricto; pues hacen bueno el refrán que reza “las penas con pan son menos”.