El pescador Julián Martínez Fuerte, natural de la localidad madrileña de Alcalá de Henares y perteneciente al equipo de cebos de Larabaits, pescó el pasado sábado 20 de noviembre un enorme barbo “cabecicorto” o híbrido de más de 10 kilos de peso en el pantano de Peñarroya, ubicado en las cercanías de la localidad ciudadrealeña de Argamasilla de Alba.

El equipo de Larabaits, compuesto por cinco personas, se desplazó hasta el citado municipio manchego a pesar del agua y el aire reinante en aquella jornada. Después de llevar varias horas sin recibir una picada, sobre las 16:30 horas de la tarde saltó la alarma de una de las cañas.

El barbo pica sobre las 16:30 horas

En cuanto sonó la alarma, la alegría inundó a los miembros del equipo: «El carrete no paraba de sacar hilo; la picada fue impresionante», reconoce Martínez. Las cinco personas del equipo “nos quedamos paralizadas de la impresión de la picada de esta preciosidad de pez».

La lucha fue “bastante fuerte” hasta que pudieron dejarlo sin fuerza y sacarlo a la superficie, tal y como acostumbran los barbos. En cuanto lo sacaron, se quedaron sin palabras: «Es mi récord personal de barbo, no había pescado uno tan grande en mi vida, y esta captura supone mucho para mí», confiesa el pescador a esta redacción.

Una chufa con dos maíces flotantes como cebo

El cebo, tras sondear la zona, decidieron que fuese un montaje de chufa y dos maíces flotantes de espirulina: «Fue un montaje equilibrado para que así los cangrejos no pudieran comerse la postura y pudiésemos pescar todo el día en el mismo lugar», expone el pescador madrileño.

La espirulina es un alga que hay en los ríos y que comen especialmente los ciprínidos, por eso el maíz estaba remojado en un líquido con aroma a esta especie vegetal.

Otro barbo de 15 kilos cerca de este lugar

El pescador toledano Cristian Julián Fernández consiguió el pasado mes de abril capturar junto a su compañero Daniel Gómez Arroyo –ambos naturales de la localidad de Velada- un precioso barbo comizo de 15 kilos y 300 gramos en el mágico entorno de las Lagunas de Ruidera. A sus 24 años de edad, Cristian tiene claro que lo que le ocurrió le Domingo de Resurrección no volverá a pasarle jamás en la vida, «y si pasa será otro milagro», confesaba en declaraciones a Jara y Sedal.

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