La persecución que los miembros de un coto de trece socios en la provincia de Segovia ha realizado a dos furtivos a los que finalmente han dado ‘caza’ ha sido, realmente, de película. Ocurrió el pasado 3 de agosto en el coto de Ituero y Lama, ubicado en esta provincia castellano leonesa en la que los cazadores junto con la Guardia Civil identificaron a los furtivos, de los cuales tenían conocimiento de su presencia en la zona desde hacía dos años.

Éstos estaban «devastando la población de corzos de la zona», y de hecho ya llevaban más de veinte animales matados en el lugar, según expone uno de los cazadores a la redacción de Jara y Sedal, cuya identidad prefiere mantener en el anonimato. «En cuanto supimos que se encontraban allí, llamamos a la Guardia Civil, que tardó una hora en personarse. Huyeron por el monte y uno de ellos se acercó a la carretera y confundió el coche de otro cazador de nuestro coto con algún amigo suyo, dándole el alto e introduciendo dos mochilas en el maletero y, cuando intentó entrar a él, el conductor aceleró», explica.

Las dos mochilas que metió el furtivo en el coche fueron entregadas en la comandancia de la Guardia Civil de San Rafael, en Segovia, las cuales portaban un rifle monotiro provisto de silenciador, una cabeza de un corzo recién abatido, cámaras de visión nocturna, machetes y la documentación del propio furtivo.

Un ganadero avisó a los cazadores

El cazador ha detallado cómo se percataron de la presencia de los furtivos gracias a la ayuda de un ganadero: «Fue él el que nos llamó un día diciéndonos que había un coche sospechoso en una zona de monte. En una bajada, cuando recogió la paja, vio el vehículo escondido. Entonces fueron dos compañeros cazadores a la zona, y vieron bañas para el jabalí en la que habían echado gasoil, que estaban muy tomadas y los árboles muy rascados, maíz, cebaderos… y desde el momento en el que se nos informó de eso, nos pusimos manos a la obra para identificarlos», expone.

Cuando la Benemérita llegó la tarde en la que había detectado de nuevo su presencia, los agentes «identificaron el coche, vieron que era del pueblo de al lado y al ver las luces, estas dos personas huyeron por el monte», pero los cazadores sabían que su recorrido era corto, porque aquella noche no había luna y deberían hacer uso de la linterna.

Una persecución ‘de película’

«O salían a la carretera, o les venían a recoger», explica el cazador sobre el plan que deberían trazar los furtivos ya con la noche echada para huir, por eso trazaron ellos su propia estrategia para pillarlos. «Dos compañeros se quedaron en la misma zona donde los vimos y yo me fui a la carretera a ver si veía luces por el monte; vigilando su salida», explica el cazador. «Llegué hasta su pueblo, estuve casi cinco minutos -sobre las 0:00 horas de la noche-, regresé hacia atrás y cuando llegué al cruce del coto, donde se encuentra la carretera general, vi a un hombre que me hacía señales con una linterna», explica.

Éste «salió corriendo hacia mí con dos mochilas, abrió el maletero, las metió en éste y cuando se iba a montar aceleré y me marché. Me fui un par de kilómetros, paré el coche y vi qué me había metido. Cuando abrí el maletero tenía dos mochilas: en una había un rifle monotiro plegado con la boquilla roscada y, en la misma mochila, un visor nocturno y un silenciador bastante grande, además de un reclamo de corzos. En la otra mochila vi una bolsa, la abrí y contenía la cabeza de un macho de corzo», detalla el cazador. Además, el furtivo también había dejado dentro su documentación.

Según detallan a Jara y Sedal los cazadores afectados por el momento «todo está en manos de la Guardia Civil», que ya está instruyendo el caso.