Francisco Charneca es un escultor y pintor portugués cuyos avatares de la vida le han hecho tener una estrecha relación con el mundo cinegético. Tanto es así que ha decidido entregar su vida pintar y esculpir casi exclusivamente obras relacionadas con la caza. Jara y Sedal ha hablado con él y se ha acercado a la apasionante vida de un artista autodidacta que ya con pocos años de vida cazaba en tierras africanas y cuyas obras son reflejo de la pasión cinegética que siente.
De Portugal a Mozambique en sus primeros años de vida
Francisco Charneca nació en Portugal en 1959 y se marchó a Mozambique con nueve meses de edad con sus padres. Allí estuvo durante quince años, iniciándose en la caza a los seis años con una carabina de aire comprimido y a los nueve con la escopeta del calibre 12. Entre otros, cazó diferentes tipos de antílopes.
En 1975 regresó a Portugal, donde vivió la Revolución Portuguesa: «entonces no había ley y todo era diferente» recuerda apesadumbrado. Como artista, comenzó a pintar muy temprano, haciendo su primera exposición a los nueve años en Mozambique. «Desde niño, he tenido esta capacidad que nació conmigo, ya que nadie me ha enseñado nada de pintura y escultura, sino que soy autodidacta», explica a Jara y Sedal.
Posteriormente, entró a estudiar arquitectura paisajística a la Universidad de Évora. Estuvo cinco años como oficial de caballería en el Ejército portugués, trabajando posteriormente en la venta de medicamentos. Después, empezó una vida dedicada profesionalmente al arte.
Su dedicación total al arte cinegético
En 1996, cambió de residencia y fue a Brasil, pero en 2000 regresó a Portugal para hacer algunos trabajos de escultura con su hermano Antonio, que vive cerca de Évora, en una zona ligada al corcho y que también es cazador. Trabajaron la creación del museo de la Naturaleza Salvaje en Almendralejo, que pertenece a Domingo Cadenas, «un gran cazador español que tuve la oportunidad de conocer», declara el artista.
Hace cinco años retornó a Brasil con la intención de quedarse en el país de forma definitiva. Comenzó una producción en una pequeña empresa de arte con un socio que cuida su parte comercial.
Miniaturas de perros de caza que parecen tener vida
Entonces, comenzó a crear un atelier de producción de obras de arte de naturaleza cinegética desde donde se gana la vida gracias a la venta de sus obras de arte. Aunque pinta excepcionalmente bien, lo que más llama la atención son las miniaturas de perros de caza que realiza.
Generalmente los representa marcando una pieza de menor, por lo que los perros de muestra son su especialidad. Pointers, bracos, bretones… Sus hábiles manos son capaces de convertir un trozo de resina en un lance con el que cualquier cazador soñaría.
Pero también hay espacio para la mayor en su estudio: Francisco ha realizado un agarre de jabalí con dos alanos que también destaca por su realismo. El artista además personaliza las figuras, dando a los cazadores la posibilidad de representar a sus propios perros para inmortalizar su recuerdo.