Seguro que no es la primera vez que escuchamos que, más allá del amor, en una pareja tiene que haber algo más en común. Compartir aficiones y pasiones es, sin duda, una muy buena forma de mantener viva la llama durante todo el tiempo posible. Así lo viven día a día Carlos Rouco y su mujer Pili. Ambos son pescadores y juntos han vivido una jornada en Galicia que, gracias a cuatro ejemplares de trucha, no van a poder olvidar.
Todo ocurrió el pasado martes, 30 de julio. Fue entonces cuando decidieron acercarse al río Eume, a su paso por el municipio de As Pontes, ubicado en la provincia de La Coruña. Esto, tal y como ha contado el propio Carlos al equipo de Jara y Sedal, es algo que suelen tener como tradición entre mediados del mes de junio y julio.
«Llevábamos unos días observando cómo un par de truchas de buen tamaño atacaban a estos peces», ha comenzado recordando el pescador. «Por lo cual, decidimos ese día probar suerte con unos rapalas de imitación».
Una experiencia que no había vivido nunca antes
Para la sorpresa de la pareja, en la segunda tirada les entró «una de las más grandes» «Después de sacarla seguimos haciendo lances, consiguiendo cubrir el cupo de peso en poco más de una hora y en un trayecto de río de, aproximadamente, 300 o 400 metros», ha matizado Carlos.
Encuentran una trucha completamente blanca en uno de los lotes con los que se repueblan los ríos de Guipúzcoa
Se trata de una escena única para estos dos apasionados de la pesca porque, según ha confesado, durante los varios años que lleva pescando nunca se le había dado un caso como este. «Desconocemos el por qué de tanta trucha grande en tan poco trayecto y con ganas de atacar al señuelo», ha reconocido.
«Una vez llegados a casa y limpiarlas, las dos más grandes portaban varios peces en su interior y una de ellas tenía un anzuelo casi digerido con sedal y dos plomos», ha concluido detallando. Los cuatro ejemplares rondaban unos pesos de 3,6 kg; 3,4 kg; 2 kg y 1kg y las tres primeras superaban el medio metro de longitud.