Javier, que ya había escuchado por la emisora que se acercaba un gran jabalí hacia su postura, falló los dos primeros disparos. Lo que le sucedió a partir de que apretó el gatillo por tercera vez junto a Berta, su novia, no lo va a olvidar en la vida. 
30/1/2019 | Redacción JyS

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Javier y Berta junto al gran jabalí abatido el domingo en una batida en El Burgo de Osma (Soria). / Javier Berzosa

El joven cazador Javier Berzosa, de 30 años, acudía el pasado domingo 27 de enero a una montería junto a su padre y su novia. Les habían tocado dos puestos de entre los que sorteaba la Federación de Caza de Castilla y León en la mancha de Fuentes de Velasco, en El Burgo de Osma (Soria). Tenían que pagar 60 euros por postura. Aunque se trataba de una batida de carácter local se dispusieron a pasar un día en familia, como hacen habitualmente. Pero no esperaban abatir el tremendo jabalí que a la postre dispararían. 
«Sobre las 10 de la mañana estábamos en el puesto. Hacía un frío y un aire tremendo. Mi novia se tapó con una manta y apenas oíamos nada», nos cuenta Javier, quien además explica que acababan de ocupar los puestos 2 y 3 de un cierre. «Me tocó el 3 a mí, pero como íbamos los tres en el coche, asignaron el 2 a mi padre, para que no se llevaran tantos coches al monte».  

«Fallé los dos primeros disparos, al tercero tenía que apuntar bien»

Pasadas una horas, sobre las 12, el cazador nos cuenta que escuchó decir por la emisora a el rehalero «Abel, de Cabrejas del Pinar» que había levantado a un jabalí tremendo. «Le había visto la boca y era increíble, dijo». Más tarde volvió a escuchar que se dirigía hacia la línea de puestos donde él y Berta en el puesto 3 y José, su padre, en el 2, esperaban que apareciera el animal. «Mi novia estaba muerta de frío y no me creyó cuando le dije que se acercaba un jabalí grande. Que lo habían dicho por la emisora», relata el joven. Pocos segundos después el estruendo de dos detonaciones hacía que Berta tirase la manta por los aires. 
«A los 10 segundos le vimos aparecer. Venía por la ladera de enfrente, a unos 80 metros. Lo había fallado el puesto 4 y corría con la boca abierta. Era impresionante», dice Javier. El cazador lo metió en el visor en ese momento y apretó el gatillo de su rifle Tikka calibre .30-06 Springfield. La primera bala Remington Core-Lokt de 180 grains que lanzó al suido no impactó en el objetivo. Tampoco la segunda, pero cuando apretó el gatillo por tercera vez se escucharon a la vez dos disparos. El animal cayó herido de muerte y Javier advirtió entonces que su padre desde el puesto contiguo había disparado a la vez que él. «Lo hemos cazado ¡los dos!», nos cuenta el joven emocionado, quien agradece a su progenitor haberle inculcado esta bonita afición. 

Cuando los dos jóvenes se acercan al jabalí advierten que el trofeo es sensacional

Poco después Berta y Javier se acercaron a ver el animal. «Pesó 105 kilos y era muy negro. Mi novia me grabó cuando llegaba a su altura. Su exclamación en el vídeo lo dice todo. Siempre viene conmigo de caza y aunque no dispara le encanta, pero nunca había visto un jabalí con estos colmillos», argumenta el joven que en ese momento hubiera deseado también haber compartido el lance con alguno de los alanos o podencos con los que habitualmente caza al salto. 

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Javier, José y Berta junto al gran jabalí. / Javier Berzosa

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Las navajas del animal eran muy largas y gruesas, al igual que sus amoladeras. / Javier Berzosa

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