El cazador Luis Javier Oset Caballero, natural del municipio madrileño de Pinto, ha cazado por sorpresa una paloma torcaz (Columba palumbus) blanca casi por completo. Lo hizo el pasado fin de semana, en el inicio de la media veda, en el coto del que forma parte en Gózquez de Arriba, en las cercanías de la localidad madrileña de San Martín de la Vega.
El cazador explica que, a primera hora de la mañana, vio cómo se acercaba un bando de unas cinco torcaces y disparó a una de ellas. Cuando su perro bodeguero cruzado con podenco maneto la cobró se percató de la rareza: «Me quedé alucinado, nunca había visto nada igual», explica.
Sobre el inicio de la media veda en la zona, Oset expone que, este año, «con la tormenta de aire de hace unos días, se fueron muchas del lugar, pero no se están dando mal las tiradas». Sobre la curiosa pieza ha asegurado a este medio que la disecará.
Como hemos apuntado otra veces en Jara y Sedal, este tipo de animales pueden contar con un fallo en su carga genética conocido como leucismo. A diferencia de los albinos, producen melanina de manera correcta, sin embargo, esta no se deposita en las células de las plumas, de ahí que tengan algunas de color blanco.
Otras aves blancas y qué hay detrás de su curiosa pigmentación
El experto biólogo Jesús Duarte, explicaba el pasado año a Jara y Sedal la existencia de al menos dos estudios sobre la pérdida de pigmentación de otras aves como las perdices y su relación con la alimentación de estas.
Tanto el primero, elaborado en 2008 por expertos del IREC como el segundo de 2016, elaborado por expertos de distintos organismos, explican que tanto la falta de carotenos en la dieta de las perdices como algunos problemas metabólicos relacionados con la oxidación de los pigmentos se traducen en esa falta de tonalidad en los colores rojos de patas, anillo ocular y plumaje.
Duarte afirma que evolutivamente estos pájaros «deben tener menos éxito reproductivo al ser menos atractivos» y añade que «probablemente también tengan otros defectos».