Estados Unidos ha sido el primer país del mundo que ha registrado un caso de un perro muerto por coronavirus. Según ha revelado National Geographic, fue el 11 de julio cuando este pastor alemán que vivía con sus dueños en una casa de Staten Island (Nueva York) murió.

Los Laboratorios Nacionales de los Servicios Veterinarios del Departamento de Agricultura estadounidense no hicieron públicos los detalles en un primer momento, pero el can contrajo el virus en el país norteamericano y comenzó a luchar contra él a mediados de abril. Un linfoma maligno que padecía anteriormente el perro complicó su situación.

«Le decías a la gente que tu perro era positivo en coronavirus y te miraban como si tuvieras diez cabezas», afirmó su dueño Allison Mahoney al citado medio. «Buddy fue el amor de nuestras vidas. Trajo alegría a todos. No puedo entenderlo», se seguía lamentando.

En todo el mundo solamente se han registrado 25 contagios entre los animales de compañía.

Así empezaron los síntomas en el perro

Cuando este perro, que nunca había estado enfermo, desarrolló una mucosidad espesa en la nariz y comenzó a respirar con dificultad en abril, nadie excepto Mahoney creía que el perro podría tener COVID-19. El propio Mahoney había estado sufriendo el virus durante tres semanas: estaba débil, tenía picores en la garganta y había perdido el sentido del gusto. «Me llamaron en Pascua y me dijeron: ‘Por cierto, aquí está tu regalo de Pascua: eres positivo’», recuerda.

Según el dueño sigue explicando a National Geographic, al principio fue difícil encontrar a alguien para examinar a su perro, ya que su veterinario habitual no estaba atendiendo pacientes debido a la pandemia. Otra clínica local no permitiría que Robert Mahoney entrara a la oficina porque tenía COVID-19, por lo que le recetaron antibióticos a Buddy por teléfono. Mahoney dice que el veterinario era escéptico de que Buddy pudiera tener el coronavirus, y la oficina no tenía kits de prueba de todos modos. En las siguientes semanas el perro fue perdiendo el apetito y tenía dificultades para respirar hasta que su vida se fue apagando.

Fue en la tercera clínica veterinaria, Bay Street Animal Hospital, donde Mahoney finalmente pudo hacer que Buddy fuera examinado para detectar COVID-19. Eso fue el 15 de mayo, un mes después de que comenzaran los problemas respiratorios del perro. Unos días después, la clínica llamó. Los resultados de la prueba de Buddy fueron positivos.