La historia, a lo largo de su transcurso, nos ha dejado momentos dignos de recordar. Muchos de ellos se deben a increíbles obras de determinados imperios. En este caso, nos referiremos al egipcio y una curiosa pieza que ha sido admirada durante años en los museos. Esta es, en concreto, el cuchillo hallado en la tumba de Tutankamón.

Ha pasado un siglo desde que se descubrió la tumba del conocido faraón, uno de los más relevantes del Antiguo Egipto. En la estancia donde descansaba su cuerpo también hallaron una imponente cantidad de papiros, cenefas y toda clase de joyas. Aunque lo cierto es que el objeto al que nos referimos en este artículo llamó la atención de manera particular.

La tumba de Tutankamón
La tumba de Tutankamón. © Instituto Griffith, Universidad de Oxford

El origen de la daga de Tutankamón

Además de los restos propios del faraón, los investigadores encontraron en su tumba un par de dagas similares a lo que los cazadores conocemos hoy en día como cuchillos de remate o de montero que estaban repletas de oro. Además, una de estas tenía la doble hoja terminada en hierro. Después de realizarle un análisis detallado, los investigadores descubrieron que, en cuanto a sus materiales, había una configuración que choca con la era del bronce, un paso previo a la de la estandarización del citado metal.

Dicha investigación especificó que la daga contiene un 11% de níquel y un 0,6% de cobalto, lo que ha dado lugar a que se pusieran en marcha estudios para descubrir el origen de esta arma. De este modo, una de las conclusiones que barajan es que podría proceder de un meteorito caído en alguna zona de Egipto en momentos anteriores al imperio egipcio.

Precisamente la rareza de sus materiales es lo que podría haber llevado al faraón a crear esta particular hoja de doble filo. Respecto a los demás aspectos, es un arma que presenta una empuñadura tallada a partir de un bloque de oro.

Así terminó en manos de Tutankamón

Sin lugar a dudas, es una pieza única en el mundo. Uno de los factores que es digno de destacar es que la detección de tal cantidad de níquel fue posible gracias a un análisis con un espectrómetro de fluorescencia de rayos X.

Asimismo, los estudios revelaron que, de haber sido traída con un meteorito, este sería de la clase octaedrita. Otra teoría es que podría haber sido un regalo que se hizo a Amenhotep III, abuelo del protagonista de este artículo. De dicha manera, el paso de las generaciones habría sido clave para que esta arma llegara a manos de Tutankamón.