Por Ciencia y Caza

La liebre ibérica es una especie de gran importancia cinegética en nuestro país que en las últimas temporadas ha experimentado un claro declive poblacional generalizado en sus feudos más tradicionales. Entre los factores que han provocado esta situación, la mixomatosis o una mala planificación en cuanto a las fechas o las modalidades han podido contribuir a la disminución de la especie.

Sus poblaciones son muy productivas y, generalmente, pueden estar sometidas a aprovechamientos elevados, aunque es preciso establecer adecuadamente los cupos de captura y las formas en que se realizará la caza. El furtivismo también se suma a la mala planificación cinegética como posible causa del declive de la especie, ya que es un animal particularmente sensible a la caza nocturna mediante el empleo de focos halógenos o simplemente utilizando los faros de un vehículo.

Las repoblaciones incontroladas son causa de dispersión y transmisión de muchas y muy letales enfermedades. Además, la suelta de individuos criados en cautividad es poco efectiva, ya que no están familiarizados con el alimento natural, desarrollan una actividad más diurna que las liebres silvestres y son mucho más susceptibles a la muerte por predación.

¿Cómo puedo aumentar sus poblaciones en mi coto?

  1. Lo primero y fundamental: censar las liebres que tenemos para así determinar cuántas podemos cazar. Aunque no hay estudios específicos al respecto, puede ser prudente dejar de cazar cuando se haya cazado el 50% de las censadas antes de la apertura de la caza… aunque esto dependerá de cada gestor. 
  2. Realizar un control selectivo de predadores –dentro de los límites la ley–, especialmente de zorros.
  3. Limitar el número de piezas por cazador y día. En función del número de liebres censadas pueden asignarse cupos: en cotos de la meseta castellana donde se caza con galgo oscila entre uno y dos ejemplares por cazador y día, mientras que en zonas de regadío en ocasiones no hay limitaciones por el gran número de rabonas.
  4. Fijar los lugares de concentración de los vehículos de los cazadores. Su elección dependerá de cada gestor y coto: en algunos se sigue el criterio de ‘un aparcamiento por cada cuartel de caza’, en otros no hay por la ausencia de caminos y pistas forestales o sólo hay uno…
  5. Establecer una limitación de los días y horarios de caza permitidos.
  6. Controlar las especies de mayor, fundamentalmente las elevadas densidades de jabalí que pueden reducir la población de liebres al predar sobre los lebratos.
  7. Limitar el número de cazadores en función de las posibilidades cinegéticas que permitan las poblaciones de liebre de nuestro coto.
  8. Establecer zonas de reserva dentro de nuestro coto donde se vede su caza. Las más adecuadas serán aquellas capaces de ofrecer refugio, alimento y agua a lo largo de todo el año.
  9. Realizar un seguimiento de poblaciones mediante censos, observación de individuos al amanecer y al atardecer, registro de datos de capturas…
  10. Llevar a cabo una gestión comarcal: es decir, varios cotos limítrofes pueden seguir mismas directrices de gestión, como apertura y cierre de la veda, días de caza, modalidades y cupos. Por ejemplo, si el territorio vecino caza la liebre con escopeta y el nuestro con galgo quizás podría llegarse a un acuerdo para cazarlas sin escopeta.
  11. En aquellas zonas donde el hábitat lo permita y exista tradición de caza con galgo, la liebre debería reservarse sólo para esta modalidad cinegética.
  12. Llevar a cabo un aporte de alimento en épocas de escasez: fruta, avena…
  13. Instalar riegos por puntos de goteo que favorecen el crecimiento de pasto fresco y verde, un alimento muy apetecido por la liebre, en zonas concretas, además de puntos de agua.

Ofrécele también refugio

Las liebres seleccionan el hábitat y sus zonas de alimentación según el ciclo anual de los cultivos, lo que significa que son muy dependientes de la producción y de la dinámica y disponibilidad de cultivos en su área de distribución.

Las concentraciones parcelarias que destruyen linderos, matorrales y pequeños eriales reducen la diversidad paisajística del terreno y su capacidad de acogida y provoca el aumento de la red de caminos y pistas agrícolas donde las liebres mueren atropelladas o cazadas por furtivos. Te contamos cómo puedes hacer más segura su estancia en tus terrenos.

  1. Siembra oleaginosas, como el girasol, y leguminosas, como la veza. Favorecerán su reproducción, así como una mayor abundancia en cultivos arbóreos –viñas, olivares– y medios agrícolas con parches de arboleda, ya que son seleccionados preferentemente, junto con otros ecotonos, como zonas de encame y, por tanto, de reproducción.
  2. Crea perdederos. Tiene un perfecto conocimiento del territorio donde habita, teniendo localizados en todo momento los perdederos. La creación de perdederos artificiales donde no los había son rápidamente asimilados y utilizados en su estrategia de huida. Para ello podemos recuperar matorrales nobles en zonas de pasto y linderos –son los mejores perdederos naturales–, reforestar con matorral arbustivos antiguos eriales o crear parches de siembra con cereales de bajo porte y ciclo largo que además aportan alimento y refugio y diversifican los recursos del hábitat. 
  3. En cotos galgueros, proporciónale refugio.  Podemos utilizar para ello tubos de PVC o crear pequeños refugios naturales con ramas y restos de poda de matorral de bajo porte. Les servirán para ocultarse cuando son perseguidas por los galgos.
  4. Realiza desbroces selectivos. Hazlo en aquellas zonas con excesiva cobertura arbórea o de matorral denso para favorecer que los claros y la regeneración del pasto contribuyan a crear parcelas de alimentación y un hábitat potencial para la liebre.