Los restos que los cazadores dejaron en sus huesos evidencian que el hombre habría llegado a América 10.000 años antes de lo que se pensaba.
19/01/2016 | Redacción JyS
Un equipo de científicos rusos, liderados por Vladimir Pitulko, ha descubierto los restos de un mamut cazado en el Ártico siberiano hace 45.000 años. Este hecho es significativo y totalmente novedoso, ya que se pensaba que los hombres, cazadores nómadas por aquel entonces, no habrían puesto los pies en aquel terreno hasta 10.000 años después de lo que este descubrimiento marca. Por tanto, esta investigación arrojaría un nuevo halo de luz sobre la verdadera fecha de llegada del hombre a la actual América.
El animal, aparentemente un ejemplar macho de unos 15 años, fue presumiblemente cazado hace aproximadamente 45.000 años, a juzgar por las heridas que encontraron los científicos en los restos. El equipo de Pitulko asegura en el estudio publicado en la revista Science que fueron realizadas “inequívocamente” por herramientas humanas. Aunque admiten que no han encontrado en la zona ni restos humanos ni utensilios que demuestren la antigua presencia de nuestros antecesores en el lugar, si bien dicen no tener dudas de que las marcas en el cadáver de ese mamut congelado fueron realizadas con utensilios creados por el hombre.
Según detalla Vladimir Pitulko a EL MUNDO, el mamut no muestra indicios de que los cazadores consumieran su carne: “Se trata de un cadáver bien articulado, así que debieron abandonar el cuerpo tras matar al animal. Por alguna razón lo dejaron ahí, pero no llegaron a utilizarlo. Quizás no tuvieron tiempo o surgió algún obstáculo que les impidió seguir con el trabajo; o a lo mejor tenían pensado regresar pero no lo hicieron. Cualquiera que sea la causa, podemos afirmar que lo mataron, pero no lo aprovecharon”, señala al citado diario este investigador de la Academia de Ciencias, en San Petersburgo.
Según relata el líder de la investigación el estudio del esqueleto muestra que los cazadores le infligieron heridas antes y después de su muerte, lo que demostraría que esos humanos manipularon el cuerpo. Como ejemplo Pitulko señala a El Mundo que parte de la mandíbula está rota pese a que estos huesos son muy resistentes y generalmente aparecen completos, incluso si se han conservado en peores condiciones climatológicas.
Otro signo que relata el principal autor del estudio es que el animal presentaba varias costillas lesionadas con herramientas de piedra. Por otro lado, como señalan los científicos el único colmillo que se ha podido rescatar muestra signos de manipulación humana.
Gracias al hielo ártico el mamut se ha podido conservar en buenas condiciones, según destaca Pitulko. Además del esqueleto del animal, se han preservado restos de lana y de tejido blando, como grasa de la joroba del animal y su pene. La gran cantidad de grasa que hay en su joroba, explican los científicos en su estudio, indican que el mamut se encontraba en buenas condiciones físicas.
La presencia de humanos hace ya 45.000 años en una zona tan inhóspita, dicen los autores, refleja una gran capacidad de adaptación y un salto cultural. Pitulko cree que la dieta de estos primeros colonos árticos era básicamente carnívora, es decir, cazaban para alimentarse. En el ecosistema de aquella época se tiene constancia de que vivían numerosos grandes herbívoros de los que podían alimentarse. Además de mamuts, de los que los humanos debían aprovechar también su pellejo, había renos, caballos y bisontes del Pleistoceno, entre otras especies de herbívoros.