Hace no mucho un buen amigo y lector contactó con Ciencia y Caza para contarnos cómo había ido la temporada de liebre en su coto. Para nuestra sorpresa, las esperadas palabras de «ya no quedan rabonas, hay mucho pocas», se tornaron en todo lo contrario: «Hay muchas, parece que están preñadas en plena temporada de caza y con garrapatas en enero. ¿Es esto normal?».
¿Se ha recuperado la liebre de los brotes de mixomatosis?
Con los datos que tenemos, y si hablamos en líneas generales, no podemos afirmar que sea así. Pero claro, pueden existir cotos que tengan densidades de liebre elevadas y que se hayan recuperado, por tanto, de los brotes de mixomatosis. Hay que tener en cuenta que en muchos terrenos cinegéticos la caza de la liebre se cerró en 2018, y esto, junto con la gestión realizada, finalmente da sus frutos… aunque es algo que no exime de sufrir nuevos brotes en el futuro.
¿Se pueden reproducir todo el año?
Sí. Un trabajo científico publicado por Alves y colaboradores en 2002 estudió la actividad sexual de machos y hembras de liebre, confirmando que los primeros están activos todo el año… y las segundas también, aunque con una pequeña caída de actividad en el otoño. A las mismas conclusiones llegaron Fernández y colaboradores en un estudio realizado en Navarra y publicado en 2008. Por lo tanto, no es raro ‘encontrarse’ con liebres preñadas o paridas durante la temporada de caza. Es cierto que hace dos o tres décadas cazar rabonas preñadas o paridas durante la temporada de caza parecía una circunstancia inusual, pero no disponemos de la suficiente información como para confirmarlo.
¿Y por qué tienen garrapatas en enero?
Estudios realizados en especies cercanas a la liebre, especialmente el conejo, confirman que en invierno la observación de animales con garrapatas es menos frecuente que en primera-verano, pura y simplemente porque las condiciones de temperatura y humedad ‘ralentizan’ la actividad de las garrapatas. En este caso sí podemos encontrar una relación directa entre los cambios en el clima y sus efectos en las especies porque, como todos ya vemos, al invierno cada vez le cuesta más llegar y, cuando llega, es más corto. De ahí que ahora podamos ver garrapatas, pulgas, piojos y mosquitos en lugares que antaño estaban libres y en épocas en las que era algo casi imposible.
Las especies cinegéticas como centinelas
La situación que nos plantea nuestro lector, para una especie y en un coto concreto, nos hacen reflexionar sobre cómo responde la naturaleza antes los cambios que van sucediendo. Y también nos detenemos para pensar en la importancia de los pequeños detalles que para el más común de los mortales quizás no signifiquen mucho, pero sí para el cazador que, a través de la caza, entra en contacto con los ecosistemas, tan complejos y a su vez tan fascinantes. Es por ello por lo que las especies de caza pueden y deben ser ‘centinelas’ que observar para sacar conclusiones, tanto a escala de coto como a gran escala. Por estas razones no podemos dejar de insistir en la importancia de participar en proyectos como el Observatorio Cinegético que también nos permite registrar conteos de liebres y casos de ejemplares enfermos o muertos por mixomatosis u otras causas.