Por Perico Castejón

La ronda es la caza nocturna del jabalí con perros con un cuchillo como única arma. Es una de las prácticas de caza más emocionantes que existen y en la que se requieren perros y monteros valientes capaces de enfrentarse de noche a un gran cochino al que entre todos deberán cazar y dar muerte.

Según el historiador de la caza en España Manuel Terrón, su historia arranca en el siglo XVI, con los frailes franciscanos del convento extremeño de Luriana.

La leyenda cuenta que el huerto del convento era saqueado continuamente por los jabalíes, no pudiendo los frailes defender sus hortalizas con armas al estar desprovistos de ellas. Una noche, los mastines guardianes agarraron un jabalí que mató con un cuchillo de la cocina uno de los monjes que había presenciado el agarre. De esta manera fue como los franciscanos preservaron su huerto y dieron caza a numerosos jabalíes, y así dice la leyenda que fue como nació la ronda, que se extendió con rapidez por gran parte de Extremadura y otras regiones de España.

La edad de oro de la ronda tuvo lugar durante el siglo XIX, siendo protagonizada por el montero y rondador extremeño Antonio Covarsí.

Modalidad prohibida en la región de Murcia desde hace unos años, hoy sólo está permitida en Extremadura. El decreto 34/2016, de 15 de marzo, que regula la caza en esta comunidad la recoge como «modalidad de caza típicamente extremeña que se realiza de noche. El cazador, que podrá ir a pie o a caballo, remata el jabalí con arma blanca una vez producido el agarre por los perros».

Aun así, no está contemplada en la orden de vedas. Sólo se puede practicar en terrenos cercados si está contemplada en su plan técnico y mediante autorización expresa de la Administración por control de daños.

¿En qué consiste la ronda nocturna?

Las mejores zonas de ronda son aquellas en las que no hay cervuno, que sería acosado por los perros y que con sus latidos detrás de las reses avisarían a los jabalíes.

Se ha demostrado que esta modalidad es una de las maneras más eficaces para combatir los daños que estos animales producen en la agricultura: con el escándalo que producen uno o dos agarres y los rastros que dejan los perros se consigue espantar a los cochinos durante una buena temporada. 

Los jabalíes, en sus recorridos nocturnos, frecuentemente se topan con perros asilvestrados o de pastores que rehuyen el enfrentamiento con los marranos. Por la noche, sin la presencia del hombre, se encuentran seguros y, en general, hacen frente a los perros haciéndoles huir. Durante la ronda será muy diferente. Los canes no huirán y, muy al contrario, intentarán apresar al jabalí aunque quizás en ello les vaya la vida.

Varios jabalíes en un cultivo. ©Shutterstock
Varios jabalíes en un cultivo. ©Shutterstock

El número de perros empleados suele oscilar entre 12 y 20, de los cuales cuatro o cinco serán de presa y el resto, buscas, procurando que la mayoría sea de buen tamaño para colaborar eficazmente en el apresamiento e inmovilización del marrano. Los buscas encontrarán el jabalí, al que ladrarán de parado.

Éste, creyéndose vencedor, se enfrentará a ellos dando tiempo a la llegada de los perros de presa que, avisados por la llamada de sus compañeros, habrán acudido de inmediato. Una vez el cochino está apresado el cazador correrá al agarre para rematarlo con su cuchillo.

Este tipo de caza se debe practicar en absoluto silencio y siempre con el viento a favor. De lo contrario, el jabalí detectará la presencia del hombre, lo que le hará huir sin detenerse, y no dará lugar a la parada y al apresamiento.

Por este motivo, tan sólo deben salir a rondar dos –máximo tres– cazadores, que han de comunicarse por señas, ya que en el silencio de la noche cualquier murmullo se extiende a gran distancia.

Cómo ejecutar el lance

Con un mínimo de luna que permita ver por dónde se camina, los rondadores soltarán sus perros a cierta distancia del cazadero para evitar que los cochinos pueda oirlos al salir del camión. El viento en la cara evitará que los marranos perciban la presencia del hombre y favorecerá la acción de los canes, a los que les llegarán mejor los efluvios de los jabalíes.

Una vez que los ‘buscas’ hayan dado con los marranos, los rondadores deben esperar la llegada de los perros de presa para que los agarren. Es entonces cuando hay que correr al máximo para dar muerte al jabalí.

Si salimos corriendo antes de que el cochino esté inmovilizado, éste podría sentir el tropel de los cazadores y romper la parada para salir huyendo y no volver a detenerse, resultando ya muy difícil que los perros lo detengan. Cuando el cazador llegue al agarre, siempre con el aire de cara, se ayudará de una linternilla para ver la posición de la cabeza del cochino y evitar ser herido al entrar a rematar.

Ronda nocturna del jabalí ¿A pie o a caballo?

La ronda se practica a caballo o a pie. Ir a caballo tenía la ventaja de poder abarcar gran cantidad de terreno y, sobre todo, la de acudir con rapidez al agarre si éste se produce lejos, y la desventaja de encontrar las innumerables mallas en la mayoría de las fincas y que dificultan la marcha al tener que buscar las puertas de entrada y salida. Por estas razones, se solía rondar principalmente a pie.

A pie, el rondador debe conocer el terreno para desenvolverse mejor por veredas y caminos en la noche. Esto también ayuda a conocer la cantidad y condición de los cochinos con los que se puede topar: no se puede ir con un número escaso de perros si se sabe de antemano que la zona es visitada por un gran macho.