La cazadora madrileña Saray Blanco, de 26 años de edad, abatió el pasado sábado 30 de abril en un coto de la provincia de Cuenca un jabalí de 96 kilos de peso y un trofeo que su taxidermista de confianza ya ha catalogado como medalla de oro. Se trataba del animal que había localizado hace varios meses a través de las cámaras de fototrampeo que la cazadora tiene instaladas: «Lo hacía muy tarde, como a las tres de la madrugada, pero por fin he podido abatirlo», se congratula Blanco en palabras a Jara y Sedal.

La cazadora observó que en los días de lluvia el jabalí cambiaba sus hábitos y entraba mucho antes de lo habitual. Por ello el sábado pasado, tras llegar de otro coto de la Región de Murcia en el que también había estado cazando jabalíes en espera, la joven sintió una corazonada y se puso de espera a las 20:00 horas aproximadamente, justo cuando comenzó a llover.

Un certero disparo sobre las 20:30 horas

Otra imagen de la cazadora con el jabalí. © S. B.

«Al poco tiempo de comenzar a chispear, entre dos luces, vi un bulto bastante grande, y con el monocular térmico me aseguré de que fuese un jabalí. Efectivamente, así era, y se trataba del animal que estaba buscando, porque tenía un trofeo imponente», describe Blanco.

Con mucha calma y templanza, «me coloqué el rifle en el trípode y esperé a que se cruzase, porque el aire lo tenía perfecto, pero como estaba sentada en el suelo, en una silla, él se percató de que había un bulto extraño, ya que esa zona la tenía bastante controlada», sigue explicando Blanco.

«Se quedó mosqueado unos tres segundos aproximadamente, por lo que coloqué el arma todo lo rápido que pude y, en cuanto se giró, pude abatirlo», narra Saray sobre un lance que efectuó con su rifle Bergara B-14 Extreme Sporter del calibre 6,5 Creedmoor. «Tuve que dispararle más bien al cuello, porque sabía que al ser un animal de esas dimensiones tan grandes, si le hubiese tirado al codillo se me hubiese ido», señala. La munición utilizada fue RWS de 93 grains.

El imponente trofeo del jabalí

El trofeo del jabalí. © S. B.

La joven cazadora esperó unos segundos a ver si escuchaba algo o si se iba la pieza, pero prefirió aguardar al día siguiente para ir a verlo: «Estaba sola y no quería esperar a que arremetiese contra mí si estuviese herido». A pesar de estar toda la noche en vela y sin poder dormir, pensando si estaría o no allí, al día siguiente, sobre las 8:00 horas de la mañana, Saray fue al tiradero a comprobar si había o no sangre, pero como había estado lloviendo no vio nada. «Cogí el rifle por si el animal estaba herido o incluso vivo, pero a los pocos metros yacía muerto», explica.

La cara de emoción le inundó el rostro al comprobar el trofeo que poseía el animal: «Es, sin duda, una de las piezas de mi vida», concluye la joven sobre este macho viejo.

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