A ningún cazador del mundo le gusta que se ponga en tela de juicio su puntería. Todos pensamos que somos capaces de realizar disparos limpios y certeros, sobre jabalíes o ciervos, colocando siempre el proyectil en la zona vital pero… ¿es esto cierto?

La Asociación Española del Perro de Sangre (AEPES) publicó en el año 2014 un informe en el que se recogían importantes datos de las intervenciones de sus socios durante el rastreo de reses heridas, entre ellos, dónde conseguimos ‘colocar’ las balas durante nuestras jornadas de caza. Y tú, ¿qué piensas? ¿Habrá mejorado nuestra puntería con los años? Estos son los resultados obtenidos por aquel entonces?

El jabalí, una especie muy resistente

El 78,4% de los jabalíes rastreados fueron alcanzados en zonas le letalidad máxima o alta como codillo, paletilla, cuello o cabeza. Aún así fue preciso rastrearlos, dada la resistencia natural que ofrecen a los disparos. Sin embargo, el 36,7% de los impactos alcanzaron zonas como la panza, consideradas de letalidad media. Por otro lado, un 14,6% de los disparos se produjeron en patas y jamones, dificultando su cobro si este se llegaba a producir.

Ciervos: el problema está en la panza

La mayor parte de cérvidos rastreados por la AEPES fueron corzos, seguidos de venados y gamos y todos presentaron un patrón de impacto similar. Un 37,3% de ellos fueron alcanzados en la panza. La cabeza o el codillo, emplazamientos considerados de máxima letalidad recibieron un 16,6% de los impactos mientras que otros lugares de letalidad alta como los riñones o el cuello fueron el destino del 19,9% de los proyectiles. Hay que destacar que los lugares de impacto menos efectivos (patas y jamones) arrojaron un resultado 12 puntos superior al del jabalí, siendo este de un 26,2%.

Todos estos datos facilitados por AEPES nos deben hacer reflexionar antes de apretar el gatillo. Los cazadores tenemos como misión de obligado cumplimiento colocar el disparo en una zona letal para evitar sufrimientos innecesarios al animal, conseguir una muerte fulminante y también conservar el mayor porcentaje de carne para su posterior aprovechamiento. No lo olvides…

¿Por qué son tan duros los jabalíes?

Con la experiencia de muchas jornadas de caza, animales abatidos y lances vividos, uno se va dando cuenta que existen especies animales que parecen más sencillas de abatir y otras que parecen resistirse siempre, aún con impactos bien colocados. Las propias experiencias se suman a las de otros cazadores, y las diferentes especies van adquiriendo cierta fama. Por poner algún ejemplo, los corzos se han considerado animales ‘blandos’ en comparación con los jabalíes, que se les ha considerado ‘duros’ de abatir.

No hay una única justificación para que unas especies sean ‘duras’ y otras ‘blandas’, pero determinados factores ayudan a que adquieran esta fama. La piel puede ser una de ellas. En Europa no se habla mucho de ello, pero en África se da importancia a este hecho, y animales de pieles duras y gruesas –como el elefante y el búfalo– son duros y resistentes a los disparos. Sin lugar a dudas, los jabalíes tienen una piel dura y gruesa que en algunas zonas, como el cuello y el tórax en los machos adultos, se convierte en una auténtica coraza. Te contamos este y otros aspectos de la dureza del jabalí en este artículo.