El animal, abatido en una montería en abierto en la provincia de Albacete, había escapado a los disparos de varios cazadores en el último lustro. Finalmente lo cazó el alicantino Álvaro Poveda Deltell, que ha narrado el lance para Jara y Sedal.
16/8/2019 | Redacción JyS
Siempre se escapaba. Por eso era grande. Por eso era viejo. Pero aquel día, el joven Álvaro Poveda Deltell consiguió ganarle la partida, y lo ha contado a Jara y Sedal para participar en el concurso que tiene en marcha junto a Beretta Benelli Ibérica. El jabalí, un maestro del escapismo al más puro estilo de ‘Houdini’ fue cazado en una montería en abierto en el parque natural de los Calares del Mundo y de la Sima -en las cercanías de la localidad albaceteña de Riópar-, después de que los cazadores de la zona llevaran cinco años tras sus huellas. Cuando lo subieron a la romana, el animal pesó 120 kilos. Su trofeo también estuvo a la altura de su leyenda: fue medalla de oro.
Álvaro ha relatado que el día comenzó «de lo más normal», con los cazadores desayunando y hablando «sobre la poca cantidad de animales que se estaban viendo en la temporada», además de recordar cacerías de años anteriores. «De repente se me vino a la cabeza ese gran jabalí que dos años antes vimos a una gran distancia y no pudimos disparar», explica el cazador. A ese tremendo jabalí, según Poveda, «lo vieron más posturas, pero se las sabía todas y no llegaba a ponerse bien para dispararle», señala. «Me dijeron que llevaban más de cinco años viendo a ese jabalí, pero que siempre se escapaba», sigue relatando.
Al comenzar la montería, a Álvaro le tocó una postura lejana a la zona de reunión central, «pero una de las mejores», confiesa. Nada más colocarse en los puestos, todos los perreros realizaron la suelta y media hora antes de que los perros llegaran a la postura, empezaron a escuchar romper monte por el medio de un barranco a varios animales. En una de las bajadas, uno de ellos se paró en una zona cercana al puesto pero no se decidía a salir: «Tras un cuarto de hora parado escuchando, finalmente salió y el compañero del puesto siguiente al nuestro nos silbó para avisarnos de que el jabalí estaba ahí», explica Álvaro.
El animal, al escuchar el silbido, salió del monte «a toda leche» para intentar no ser alcanzado. Tras fallarlo el cazador del puesto de al lado, el animal giró directamente al de Álvaro, que vio el momento perfecto cuando el jabalí cruzó a toda velocidad en medio de dos matorrales. El disparo le alcanzó en la zona cervical del jabalí, cayendo de forma inmediata éste y dando una voltereta por la velocidad que llevaba.
Era el protagonista del que los cazadores hablaban y que, según narraron a Álvaro, llevaban alrededor de un lustro viendo por la zona sin conseguir hacerse con él, por lo que Poveda no cabía de la emoción cuando se hizo con el suido. «Los colmillos asomaban unos 8 centímetros por fuera, pero lo que no nos esperábamos es que finalmente fuese medalla de oro».
El lance lo califica como «inolvidable» por su complejidad y «por las veces que se falló a ese animal» anteriormente: «Todos los compañeros del coto se quedaron alucinados por la sorpresa de que ese animal saliera de forma clara, ya que lo habíamos podido ver en muchas ocasiones pero pocas de ellas con la posibilidad de abatirlo».
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