El cazador Diego Santos, natural de Madrid suele practicar la actividad cinegética cada fin de semana en la provincia de Ávila. Pero durante las pasadas fiestas navideñas acudió a pasar unos días a Orense y fue invitado a participar de una jornada cinegética con la cuadrilla Monteros Ribeira Sacra, que dan caza a los célebres vakamulos de los Cañones del Sil. Y tuvo la suerte de hacerse con un extraordinario jabalí: no tenía gran peso, puesto que ‘solamente’ dio 98 kilos -poco comparado con los más de 160 que pesan estos descomunales macarenos acostumbrados a alimentarse de los castaños del lugar-, pero tenía unos grandes colmillos y amoladeras que serán medalla de plata.

Así lograron desencamar a este destacado jabalí

Por la mañana, los miembros de la cuadrilla acudieron a una zona del Cañón del Sil aledaña a la que el jueves pasado habían abatido «dos vakamulos que estaban cosidos a puñaladas» que se habían dado entre ellos. «Era una zona por debajo del monasterio de San Esteban, una zona en la que tenían los monjes benedictinos sus galerías, sus molinos y muy querenciosas para los vakamulos», explica Senén Ramos, colaborador habitual de Jara y Sedal y miembro de este grupo de cazadores.

Un primer vakamulo se les escapó. «Había algo de huella y logré levantar un vakamulo muy grande, pero se nos escapó, cruzando el río Sil para la zona de Lugo, por lo que a la tarde les ofrecí a los compañeros cazar dos manchas, una en el cañón y otra en un lugar de escoba que había ardido hacía cuatro años. Y cuando arde sale monte nuevo muy apretado, por lo que es muy querencioso para los animales», expone Senén.

El cazador con su jabalí 'vakamulo'.

Abatieron al escudero del jabalí de enorme trofeo. Senén cubrió los laterales con algunos compañeros, y tras ello, se dispusieron a batir la zona. Su compañero Roque tuvo un levante nada más entrar, «pero sospechamos que podría haber sido un corzo, porque los perros enseguida abandonaron». Siguieron hacia adelante, y a los veinte minutos, un perro astur-cántabro se metió en una zona en la que empezó a pelear con los jabalíes: «Lo levantaron, vi menear las escobas a tope, era un animal bastante batallador y salió para un puesto», expone. «Sentí tres primeros disparos, luego otros tres, y me informó Marcos, el hijo del rehalero, que había abatido un macho, que resultó ser el escudero», relata Senén.

Así irrumpió el jabalí protagonista de esta historia. Tras ello, de repente, uno de los podencos de Roque ladró con miedo, y en cuanto entró el cazador, vio la enorme cama: «Sentí el guarro romper por el regato arriba, a unos ochenta metros de mi posición, y vi a Diego que estaba alerta en el puesto, a unos 200 metros encima de mí. Paré, para darle a él comodidad, porque lo vi encarar, vi cómo disparó en una primera ocasión con su rifle de cerrojo en calibre .300 Winchester Magnum, le llamé por teléfono y me dijo que a la segunda lo abatió». Senén acababa de ver rodar la pieza.

98 kilos y un imponente trofeo. Tras ello, decidieron recoger los perros sobre las 17:30 horas, Ramos se acercó a la zona y comprobó que se trataba de un animal que pesaba 98 kilos: «No era un guarro viejo, de entre cuatro y cinco años le calculé por el desgaste de la dentadura, pero cuando le levantó la cabeza el chaval empezó a dar saltos de ilusión. Me dijo que en su vida había visto un bicho igual. Fue una alegría tremenda. Se quedó contentísimo y feliz. Será medalla de plata seguro. Son unas defensas increíbles, con unas amoladeras muy gordas», concluye Senén.

El cazador con su jabalí 'vakamulo'.
El cazador Senén Ramos y los dos jabalíes.

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