Abraham Ibáñez, natural de Cañete, un pueblo de la serranía de Cuenca, es cazador desde los 12 años. A día de hoy, además, es ingeniero industrial y trabaja en la Escuela de Empresarios de Valencia (EDEM). Todo ello le ha llevado a marcar un antes y un después en la cinegética reproduciendo trofeos y cotos de caza en miniatura.
Tal y como el mismo Abraham ha explicado al equipo de Jara y Sedal, la idea surgió de una «necesidad propia», de un «problema» para el que quería encontrar solución. «En mi caso, tengo todos los trofeos en el pueblo y siempre me había gustado la idea de tenerlos también en mi piso de la ciudad, aunque por espacio es imposible», ha concretado el cazador.
Trophy Land, réplicas de trofeos de caza en miniatura
Es a raíz de eso cuando nace Trophy Land. «Hace unos meses estaba trabajando con un modelo de inteligencia artificial generativa y se me ocurrió la idea de empezar a entrenarlo con imágenes de trofeos de caza», ha asegurado el ingeniero.
«De esta manera», ha continuado contando sobre los inicios de este proyecto», yo le iba pidiendo modelos en función a los parámetros que le daba y me devolvía algo parecido al resultado que tengo hoy en día.
En cuanto al comportamiento de los modelos de inteligencia artificial, ha asegurado que «es muy parecido al entrenamiento de un perro de caza». «Al principio te hace cosas raras, pero con el tiempo, y cuanto más lo sacas, mejores resultados te va dando, y también hay que ir indicándole si lo está haciendo bien o mal. Este proceso es muy técnico y laborioso, pero una vez que se consigue llegar a cierto nivel de calidad, el modelo va aprendiendo y mejorando por sí mismo», ha apuntado.
Hasta el más mínimo detalle del trofeo de caza real
Cuando se consiguen obtener los modelos necesarios, estos se pasan por diferentes softwares para mejorar el diseño y, así, adaptarlos a un lenguaje de impresora 3D. Llegados a este punto, «se imprimen los modelos y se pintan a mano uno a uno, de forma artesanal, partiendo del color y características propias del animal real, intentando alcanzar el máximo nivel de detalle en cada pieza», ha afirmado Abraham.
El ingeniero, además, ha confesado que, en un primer momento, los hacía para sus propios trofeos, pero que con el tiempo comenzó también a hacerlos para sus amigos. «Todo el mundo me decía que la idea era muy innovadora y que no lo habían visto nunca, por lo que decidí crear la marca Trophy Land», ha admitido.
Sin embargo, no fue hasta hace una semana que lo hizo público en las redes sociales y participó con su propio stand en la Feria de Caza de Cuenca. «La gente se cuestionaba intrigada cómo podía realizarse una copia tan exacta a partir de un solo vídeo grabado desde casa con un móvil», ha resaltado.
«La inteligencia artificial nos está abriendo un mundo de posibilidades ante nuestros ojos y no va a parar de sorprendernos», ha garantizado Abraham.
Una revolución a nivel internacional
Después de la primera semana con la empresa en activo, el cazador ha destacado que han superado todas sus expectativas. «La idea está gustando mucho y tenemos cientos de pedidos que procesar para taxidermistas, orgánicos, tiendas de caza y particulares».
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«También somos capaces de reproducir fincas y cotos de caza a cualquier escala, con un nivel de detalle asombroso. Estamos trabajando para poder hacer réplicas de trofeos a tamaño real. Creemos que esto puede marcar una antes y un después en la caza internacional ya que vas a poder mandarnos un vídeo de un Ibex recién cazado en Kazajistán y tener una réplica exacta de tu trofeo antes de que llegues a España de vuelta», ha asegurado el ingeniero.
Dado el gran éxito que Abraham está teniendo con el innovador trabajo de su empresa en el mundo de la caza, ha reconocido que está «preparando la expansión por Europa». «Nuestro foco está puesto en Francia y Alemania», ha concluido.