La caza del corzo para mí no es sólo el acto de perseguir una presa. Es un ritual ancestral, un baile entre el cazador y el animal salvaje con el ingrediente esencial del respeto mutuo y en el que unos buenos prismáticos forman parte del equipo ceremonial. Con ellos puedo escrutar el escenario hasta localizar al animal correcto. Sin embargo, desde hace años no salgo de caza sin un accesorio que se ha convertido en un imprescindible: mi Canon PowerShot SX410 IS en el morral, una cámara de fotos tipo bridge que salió al mercado en 2015, compacta y muy ligera, que me da la oportunidad de estudiar mi objetivo, de valorar su porte, su salud y su belleza, sin necesidad de una confrontación directa.

Además, el poder llevarme a casa las fotos y vídeos de los corzos me ayuda a realizar un análisis mucho más exacto, pormenorizado y fiable. Pero, te preguntarás, ¿qué es una cámara bridge? Esta palabra inglesa se traduce por ‘puente’, y hace referencia a las máquinas fotográficas que están medio camino entre las réflex –de objetivo intercambiable– y las compactas: tienen un tamaño contenido, son ligeras –su peso no suele superar los 650 gramos– y montan una única óptica pero con una gran capacidad de zoom. Cada vez más cazadores las incorporan a su equipo, como en mi caso, y lógicamente no dudé en aceptar la propuesta de Canon de probar la PowerShot SX70 HS en mis recechos corceros de esta temporada.

Detalle de la parte superior de la cámara donde se encuentra el dial de selección, los modos y botón de disparo, la palanca de zoom… © Ángel Vidal.

Primeras salidas con la Canon Powershot SX70 HS

La primera mañana, con el aire de cara, la idea era caminar despacio por la linde de un trigo con el monte de chaparras hasta llegar a una chopera muy húmeda y querenciosa. Para volver debería atravesar un laderón de monte bajo bastante pelado en la solana y terminar en los prados más cercanos al coche. Un recorrido de casi cinco kilómetros en el que seguro encontraría corzos. Con el rifle a la espalda, me colgué del cuello los prismáticos y la Canon y comencé a caminar. La Powershot SX70 HS es una cámara de tamaño contenido y ligera –sólo 610 gramos con la batería incluida–, por lo que desde el principio supe que no me estorbaría en ningún momento. 

En la primera asomada localicé el primer macho. Un corzo ramoneaba tranquilo al borde de la siembra a 110 metros. Me apoyé en una encina y lo encuadré con la cámara. Teniendo en cuenta mis escasos conocimientos fotográficos y lo rápido que estos animales te exigen ser si quieres capturar su imagen, la había configurado para disparar en JPG de alta calidad en el modo de prioridad a la velocidad y la sensibilidad ISO en modo automático. De esta manera sólo tendría que girar el dial para seleccionar velocidades de obturación altas –de 1/320 en adelante– y así minimizar la inevitable trepidación al disparar con un zooms largos –algo con lo que también nos echa una mano la función de estabilización de imagen que se activa con un botón situado en un lateral del objetivo–. La Canon se encargaría de seleccionar la abertura del diafragma y el ISO más adecuados para una exposición correcta. 

Con el zoom óptico al máximo (65x o, lo que es igual, un súper teleobjetivo de 1.365 mm) pude comprobar que era un macho bonito, con las seis puntas muy bien definidas pero carente de calidad, y apreté el botón de disparo. Además, su aspecto físico revelaba que no era un animal joven por lo que se trataba de un corzo perfecto para quitar este año. Retomé la marcha no sin antes apuntar su localización en Google Maps. Había desactivado la función GPS de la Powershot XS70 HS por cuestión de privacidad, ya que las coordenadas se guardan en los metadatos EXIF de cada fotografía y nunca sabes a manos de quién pueden llegar…

Un animal joven y bonito, con las seis puntas definidas, comiendo al borde de una siembra. © Carlos Vignau

Un encuentro cercano 

Dejando atrás los campos de cultivo avancé entre las sargas y espinos que mueren en la chopera cuando un ladrido cercano me detuvo en seco. Con los prismáticos traté de localizar al emisor entre tanto monte. Una sacudida de oreja reveló su posición y me lancé a por la cámara. Un corzo joven con su cuerna cubierta por borra me miraba fijamente a tan sólo 70 metros. Con el dial de zoom que abraza el botón de disparo lo encuadré rápidamente a través del visor –a mí me resulta mucho más sencillo localizar los objetivos así que en la pantalla– y tomé la foto. Tras dejar que se calmara atravesé la chopera sin ver nada y llegué a una de las morras de monte bajo que más me gustan. Aquí todos los años da la cara algún macho de nivel. Sin embargo, este día sólo localicé uno joven que se soleaba junto a una pequeña chaparra. Estaba a 160 metros y no me dio tiempo a seleccionar la velocidad de obturación adecuada para exponer correctamente, por lo que la imagen quedó algo quemada. Aun así fue suficiente para descartarlo para la caza este año. Ya casi a la altura del coche, otro animal joven comía verde. Con el aire de cara conseguí meterme a unos 50 metros pero salió corriendo sin tiempo de levantar la cámara.

A los cuatro días pude escaparme al coto en compañía de mi padre. Decidimos cazar en la parte este del acotado, donde abundan las laderas de piedras y carrascas, con algún pino en la parte más elevada y siembras y barbechos en la más baja. Enseguida localizamos el primer grupo. Tres hembras y un macho controlaban el valle desde la ladera contraria. Con los prismáticos vi que era macho pero la distancia, más de 300 metros, me impedía hacer una valoración más exacta. Eché mano de la Canon y la cosa cambió. Me apoyé en el trípode y con el zoom al máximo descubrí que el macho era precioso con una buena base, buena altura y puntas largas, pero no era uno de esos que llamamos cumplidos. Era un animal atractivo y nos tentaba gastar el primer precinto con él, pero no era el ejemplar correcto. Veremos cómo evoluciona los próximos años. 

Un corzo joven con la cuerna cubierta de borra. © Carlos Vignau

Descendimos hasta las zonas de labor y a más de 500 metros descubrimos una pareja de corzos. Con los prismáticos era imposible valorarlos, pero sí con la Canon Powershot SX70 HS y la ayuda del zoom digital 130x equivalente a… ¡un teleobjetivo de 2.730 mm! Así logré hacer una foto justo cuando estaban apunto de perderse contra el viso de tal manera que la cuerna quedaba perfectamente silueteada contra el cielo. Disparé sin trípode, por lo que la calidad de imagen no es la mejor, pero recordad que el propósito es valorar animales a pie de campo y no ganar ningún concurso de fotográfico. Este sí me pareció macho perfecto. Por sus rasgos supimos que era un corzo hecho y maduro. Marqué la zona en Google Maps con la intención de estudiar sus posibles rutas y encames y seguimos nuestro camino. 

Corzos a casi 200 metros

De camino al coche, con el sol en lo más alto, revisando una ladera de chaparras descubrí un animal tumbado a la sombra a 185 metros, un macho tal y como pude comprobar a través del objetivo de la Canon Powershot SX70 HS. Pensé que sería el mismo que vimos en esa misma zona el año pasado y no dio la cara en todo el año. Las rosetas estaban algo caídas, síntomas de la edad, por lo que decidimos hacerle una entrada y tirarle. Sin embargo, al asomarme de nuevo para realizar un tiro más cercano nos descubrió, nos miró de frente, comenzó a ladrar y desapareció corriendo.

Tras una Semana Santa de agua y viento, el protagonista era el sol de mi tercer día de rececho. El campo húmedo reventó con la fuerza de la primavera y nos encontramos con un coto con comida y brotes nuevos. Si un corzo quisiera podría comer desde su encame sin levantarse, lo que dificultaría su localización. Ascendíamos por un valle marcado por las muchas piaras de jabalí que en él buscan cobijo cuando algo emergió en el viso. Con los prismáticos comprobé que era un corzo comiendo en la siembra que nacía en la cuerda. Me tiré al suelo y saqué la cámara. Nos separaban 150 metros, pero no nos había detectado. Se trataba de un animal joven con un futuro esperanzador. Su trofeo era más grueso que largo pero de ninguna manera era un ejemplar para abatir esta temporada, así que lo bordeamos con cuidado y lo dejamos tranquilo. Al coronar vimos que no iba solo sino con cuatro corzas que le escoltaban. El calor era horrible y la actividad era casi nula así que lo dejamos todo para la tarde. Pensamos que lo mejor era ir a buscar directamente a uno de los corzos que dejamos la última temporada. 

Un corzo contra el cielo, a 150 metros de distancia. © Carlos Vignau.

En una zona de piedras y pinos bajos repoblados teníamos controlado un buen macho que un año antes nos ofreció dos oportunidades francas de tiro, pero al estar en la parte central del coto decidimos que sería oportuno esperar. Nos colocamos en una pared de piedra, con unos terrenos perdidos a nuestra espalda y toda la zona de encame de frente. Con el aire a favor pensaba que lo normal sería verlo salir desde el monte hacia las zonas de pasto, así que sólo quedaba esperar. «¿Habrá cambiado el territorio?», me pregunté un par de horas más tarde. Pasadas las 20:45 horas me pasaron factura las botellas de agua que bebí durante el caluroso día. No podía aguantar más. Avisé a mi padre y dejé el puesto por la parte trasera para atender mi urgencia cuando me quedé helado. Allí estaba el corzo, en el viso de nuestra espalda, entrando por el único sitio por el que no le esperábamos. 

Repté como pude hasta el puesto para avisar a mi padre y eché mano la cámara. Sólo tuve tiempo de hacer un par de fotos antes de que se diera media vuelta… y quedarme, por primera vez, sin batería. Durante el día había disparado 190 fotos y grabado 35 clips de vídeos, siempre a través del visor. La autonomía de la Canon Powershot SX70 HS, según la marca, es de 255 fotos, quizá algo ajustada para largas jornadas de rececho, aunque se duplica si la ponemos en modo ECO. Aun así, no estaría de más contar con al menos una batería de repuesto. Por suerte, aquellas últimas dos fotos fueron suficientes para comprobar que se trataba del animal del año pasado: tenía un corpachón imponente, con un cuello ancho y marcado. Su trofeo es mejor este año: no especialmente largo, pero grueso y con ocho puntas. Un corzo cumplido que desde esa tarde del 14 de abril hasta el momento en el que escribo estas letras se ha convertido en nuestra obsesión total y absoluta. Tanto es así que no puedo dejar de mirar las fotos que saqué esa tarde…

El corzo más grande que pudimos retratar. © Carlos Vignau.

Una cámara todoterreno

Durante los días que receché con ella colgada del cuello la Canon Powershot SX70 HS demostró ser una herramienta de gran utilidad para todo corcero: compacta, ligera, de sencillo manejo, con pantalla abatible de ángulo variable y un buen visor electrónico… y dotada de un potentísimo zoom 65x apoyado por una función de ayuda a localizar objetivos muy útil durante mis recechos. Sí he echado en falta algo de luminosidad, sobre todo en observaciones a larga distancia cuando empieza a caer la tarde, y de autonomía, algo que se soluciona con una batería de repuesto o utilizando el modo ECO. Y sí, es cierto que podemos encontrar cámaras réflex de gama básica por un precio similar que ofrecen imágenes de mayor calidad, pero no pueden competir con las prestaciones de esta Canon como complemento para nuestros recechos.

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Sus datos

  • Sensor: CMOS tipo 1/2,3 de 20,3 Mp.
  • Procesador de imagen: DIGIC 8.
  • Zoom óptico: 65x 3,8-247 mm (equivalente a 21-1.365 mm en 35 mm).
  • Zoom digital: 130x con ZoomPlus (equivalente a 2.730 mm en 35 mm).
  • Diafragma: f/3.4-f/6.5.
  • Sensibilidad ISO: 100-3.200.
  • Disparo en ráfaga: 10 fps.
  • Modos de disparo: AE programada, AE con prioridad a la velocidad (obturador), AE con prioridad a la abertura (diafragma), Manual, Deportes, SCN, Panorámica con filtros creativos, Híbrido Automático, Smart Auto, Personalizado x2 y macro.
  • Enfoque: tipo TTL, AF y manual. Caras y seguimiento (9 puntos AF).
  • Visor: electrónico de 2,36 millones de píxeles.
  • Pantalla: LCD (TFT) de 3,0 pulgadas (7,5 cm) y aprox. 922.000 píxeles, abatible y de ángulo variable.
  • Formatos fotografía: RAW y jpeg.
  • Formatos vídeo: 4K a 30 fps; 1080p a 60, 50, 30 o 25 fps; 720p a 60 y 50 fps.
  • Conectividad: Micro USB, Micro HDMI (Tipo D), micro externo, Bluetooth y wifi.
  • GPS: a través del móvil mediante la aplicación Canon Camera Connect.
  • Tarjetas: SD, SDHC, SDXC (compatible con UHS-1 Speed Class 3).
  • Batería: ión-litio LP-E12.
  • Autonomía: con pantalla, 325 disparos; visor, 255 disparos; vídeo, 360 minutos.
  • Dimensiones: 127 x 90,9 x 116,6 mm.
  • Peso: 610 gramos.
  • Precio: 639,99 euros.
  • Más info: canon.es

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