Almudena González es una cazadora que cada día se viste de superheroína en la farmacia de Móstoles (Madrid) donde trabaja desde hace 25 años. Su motivación para seguir adelante en la lucha contra el coronavirus: pensar en un mundo el que de nuevo pueda volver a salir de caza.

Redacción JyS

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Almudena (derecha), con dos de sus compañeras y durante una jornada de perdices. / JyS

Almudena González Caballero (44 años) vive en la localidad madrileña de Navalcarnero y cada día se enfunda su bata blanca, sus guantes y mascarilla, uno de los uniformes oficiales que visten los superhéroes que luchan contra la pandemia del coronavirus. A veces le cuesta encontrar las fuerzas necesarias para levantar los cierres de su farmacia en Móstoles. Pero las encuentra viajando con su mente a un futuro cercano. A un mundo sin miedo ni equipos de protección. Un mundo en el que, de nuevo, puede volver a salir al campo a recechar corzos o cazar con su perra.

La lucha contra el miedo al coronavirus

«Es duro estar de cara al público en esta situación. Resulta imposible no sentir miedo», confiesa Almudena. «Te autoconvences de que con los guantes y la mascarilla estás protegida para no evitar caer en un estado de psicosis. Al mismo tiempo intento animar a mis compañeras, hacerles ver que no puedes estar pensando en si ‘cogerás’ o no el coronavirus. Trato de motivarlas, le digo que no podemos parar, que somos muy importantes en esta lucha. Si las farmacias dejamos de trabajar muchas personas lo pasarían muy mal. Es momento de remar todos juntos».

Los momentos más duros de la pandemia

Almudena ha cumplido 25 años trabajando en la misma farmacia. Es capaz de recitar de memoria la medicación de muchos de sus clientes. Y algunos de ellos hoy se cuentan entre las más de 10.000 víctimas del coronavirus en Madrid en el momento de escribir esta historia. «Te enteras de un día para otro que se han ido. Entonces recuerdas que apenas hace una semana les estabas tomado la tensión… y ya no están. Son momentos muy duros», reconoce. «Y es devastador cuando te pones en la piel de su familia, que no ha podido acompañarle en el hospital y ni siquiera velarle».

Momentos de mucha emoción

En este día a día de miedo, incertidumbre y dolor, Almudena también guarda en su morral los gestos de reconocimiento a su lucha contra el coronavirus. «El pasado martes, una chica que no conocíamos entró en la farmacia y empezó a aplaudirnos a mi compañera y a mí. Las dos rompimos a llorar, emocionadas. Nos transmitió la fuerza que necesitamos para seguir adelante. La misma fuerza que necesitamos todas las personas que estamos arriesgando nuestras vidas para combatir esta pandemia: no sólo el personal sanitario, también los trabajadores de los establecimientos de alimentación, los transportistas, los agricultores… y por supuesto, los farmacéuticos».

Su afición por la caza, el impulso para seguir en la lucha

La caza es otra de las armas de guerra a las que Almudena recurre para mantener la moral alta en la batalla. «Pensar en pasear por el campo con mi perra, que acaba de tener cachorros, me hace seguir adelante en la lucha. Me ayuda pensar en cuando todo pase y pueda recechar corzos o cazar palomas y perdices».

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