Los fruticultores aragoneses han pasado días luchando contra las bajas temperaturas sin descanso. Las heladas que han azotado la región ponían en peligro desde primeros de abril la producción de fruta, especialmente la de hueso. Por ello, sembraron sus campos de antorchas y candelas con el fin de proteger sus árboles. El siguiente vídeo muestra hasta qué punto llegan a luchar por sus cosechas.

El inicio de la pandemia del coronavirus y el desabastecimiento en algunos supermercados arrancó el aplauso de la sociedad para agricultores y ganaderos cuando, gracias a que trabajaron sin descanso, pudimos alimentarnos. Un reconocimiento que poco después quedó en el olvido y que, ahora que volvemos a ver ciertas estanterías del super casi vacías por la guerra entre Rusia y Ucrania -véase la leche o el aceite de girasol- volvemos a acordarnos de ellos. No obstante, la gente del campo siempre ha estado ahí y es hora de que les agradezcamos todo lo que hacen día a día por conservar un producto perecedero que, en no pocas ocasiones, se les escapa de las manos en el último momento.

Hablamos del trigo, de la cebada, de los terneros, de la leche de oveja, de cabra… o de los frutales como los que pueden verse en la siguiente filmación, custodiados de madrugada por sus propietarios que previamente han encendido miles de antorchas y candelas para protegerlos del frío.

En la comarca de Calatayud es común ver este tipo de fuegos en las noches heladas. Los agricultores colocan unas pequeñas hogueras o velas de parafina, un tipo de cera que no produce cortinas de humo pero que calienta el aire en torno a la planta y que evita que sus nuevos brotes perezcan.

Al enérgico trabajo de los agricultores se une el económico: cada candela cuesta unos ocho euros y es necesario instalar entre 150 y 300 por hectárea para que sean efectivas.

Lamentablemente las heladas registradas a principios de abril han acabado con entre el 80 y el 100% de la producción de fruta en Aragón pero el vídeo compartido muestra el ahínco con el que los agricultores trataron de hacer todo lo posible por salvar sus cosechas. Los afectados solicitan ayudas. Es hora de devolverles el favor.

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