El Senado francés ha aprobado un proyecto de ley destinado a definir y proteger el patrimonio sensorial del campo francés, en concreto el cacareo del gallo, el tañido de las campanas y el olor de los establos.

La Asamblea Nacional le había dado el visto bueno hace un año al proyecto, por lo que la nueva legislación ya ha sido adoptada por el Parlamento francés. Esta reacción legal se produce en contra de las quejas de los vecinos que las consideran un trastorno auditivo.

El secretario de Estado encargado del mundo rural, Joël Giraud, señaló hace unos días en rueda de prensa que se trataba de «una buena propuesta de ley de defensa de la ruralidad». «La vida en el campo supone aceptar algunas molestias como estas», defendió.

El proyecto también prevé que los servicios regionales del inventario del patrimonio cultural se encarguen de estudiar y calificar la «identidad cultural de los territorios».

La iniciativa partió de un alcalde del sur francés

La iniciativa de proteger el «patrimonio» rural se remonta a una iniciativa del alcalde de Gajac, un pueblo de 400 habitantes del suroeste de Francia, Bruno Dionis du Séjour. Agricultor jubilado y primer edil del municipio, Dionis había escrito una carta abierta contra los recién llegados de «origen mayoritariamente urbano» que se trasladan al campo «y descubren que los huevos no crecen en los árboles». El líder local recibió un apoyo masivo, entre otros, del Parlamento.

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