Lejos de alabar esta afirmación, tal y como han hecho otros medios, resulta algo digno de reflexión. Los datos del estudio que vamos a comentar reflejan que los niños elegirían salvar antes la vida de un perro o de un cerdo que la de un ser humano. Curioso, cuanto menos.

Esto lo han demostrado los trabajos de los investigadores Matti Wilikis, de la Universidad de Yale y Lucius Caviola, de la Universidad de Harvard. Junto a otros compañeros, plantearon una pregunta a niños de entre 5 y 9 años y a adultos: «¿A quién salvarías antes?».

Participaron más de 200 niños y más de 200 adultos que, ante esta cuestión, tenían que elegir entre un número variable de seres humanos y un número variable de perros o cerdos.

Los resultados de ambos estudios mostraron cómo los niños tenían una tenencia menos fuerte que la de los adultos a priorizar a los humanos sobre los animales. Cuando se trataba de un perro no había duda alguna, pero, aunque en menor medida, pasaba lo mismo con los cerdos.

La criminalización del especismo

Por el contrario, la mayoría de los adultos pusieron por delante la vida de los humanos. Esto debería ser lo esperado, lo correcto, pero no lo es así para todos.

Los resultados obtenidos han servido como argumento para propinar un nuevo ataque al denominado «especismo«. «Nuestros hallazgos sugieren que la opinión común de que los humanos son mucho más importantes moralmente que los animales aparece en una etapa tardía del desarrollo y es probable que se adquiera socialmente», indican los investigadores.

«La hipótesis de que el especismo es, al menos en parte, una ideología socialmente adquirida, también podría explicar por qué existen diferentes manifestaciones culturales del especismo; por ejemplo, en ciertas culturas, la gente come perros, mientras que otras culturas consideran santas a las vacas», añaden.

No lo exponen como algo positivo, ni mucho menos, sino todo lo contrario. Lo tiñen de un tono nocivo y negativo, como si se tratara de una especie de contagio social.

Al parecer, primar la vida de un humano te hace ser moralmente peor persona que otra que pone por delante la de un animal. Una afirmación atrevida, sin duda, que da mucho que pensar sobre las descabelladas ideas que están tratando de introducir en la sociedad.