En los últimos años, diversas organizaciones ecologistas consiguieron que se prohibiera la caza en parques nacionales como Monfragüe o Cabañeros, una victoria que consideraron histórica. Sin embargo, el tiempo ha puesto sobre la mesa las consecuencias de esta decisión, como refleja ahora el caso del Parque Nacional de Doñana, donde los jabalíes están provocando estragos entre las especies más vulnerables.
El precio de eliminar la caza en parques nacionales
Desde este medio ya advertimos en su momento de lo que supondría la eliminación de la caza en entornos tan delicados como los parques nacionales. Esta práctica no solo cumplía una función de gestión, sino que contribuía al control de poblaciones de especies como el jabalí, cuyo exceso trae consigo importantes desequilibrios ecológicos.
Ahora, las consecuencias de esta política se hacen evidentes. Tal como han denunciado Ecologistas en Acción y SEO/BirdLife, el fracaso reproductor de aves como el morito común y la garza imperial en Doñana se debe, entre otros factores, a la depredación por parte de los jabalíes. La ironía de la situación no ha pasado desapercibida: quienes trabajaron para erradicar la caza se ven ahora afectados por los efectos de su eliminación.
Los jabalíes arrasan con nidos y pollos

Los jabalíes han logrado acceder a los nidos de varias especies que anidan a escasa altura del suelo, destruyendo en pocos días la mayor parte de sus colonias. En el caso del morito común, una especie vulnerable que estuvo al borde de la extinción en los años noventa, los daños han sido especialmente graves.
La situación no se limita a estas dos aves. Otras especies protegidas como la gaviota picofina, la cigüeñuela, el fumarel cariblanco o la canastera también han sufrido los embates de los jabalíes, que han acabado con la práctica totalidad de sus huevos y pollos en la marisma natural del parque.
Críticas desde el mundo cinegético
A raíz de esta situación, la Federación Andaluza de Caza ha expresado su opinión a través de las redes sociales, apuntando directamente a la responsabilidad de quienes eliminaron la caza en estos espacios. En sus palabras: «Los mismos que lucharon para conseguir la prohibición de la caza en los parques nacionales, ahora sufren las consecuencias. Este es el resultado de poner ideología y dogmas de fe por encima de la conservación».
Este episodio ha servido como recordatorio de que la gestión de la fauna salvaje no puede basarse en posturas ideológicas, sino en un equilibrio realista entre conservación y control poblacional.