No era vida fácil la de hace algunos años. Entonces no había tantos recursos ni la tecnología estaba tan avanzada como la conocemos hoy día. Sin embargo, lo era aún menos para esas familias que vivían y trabajaban en el monte y esto es justo lo que nos cuenta el siguiente documental de Eugenio Monesma.

El escenario de esta historia es la Puebla de Valverde, en la Sierra de Javalambre. En ella son los propios protagonistas, los miembros de la familia de Gaspar Mengod, quienes narran con todo detalle cómo es una jornada normal de convivencia y de trabajo para ellos. De este modo, explican cuáles son los oficios de cada uno, qué actividades hacen desde que se despiertan hasta que se vuelven a dormir y las rutinas que marcan esta forma de vida.

Su día a día está completamente supeditado a la climatología, puesto que se dedican a las actividades agropecuarias. En este sentido, el documental cuenta qué hacían durante las fechas en las que tenían que hacer frente a las severas temperaturas invernales.

«En las masías antes se vivía en la miseria. La gente se marchó porque no ganaban una peseta. Si no hubiera sido por la caza, la gente no habría tenido para comer», confiesan.

Son muchas las labores que la familia tiene que llevar a cabo para sobrevivir. Desde la preparación de panes y tortas de los que disponen durante varios días, hasta las faenas del campo y el cuidado del ganado. Asimismo, podemos apreciar cómo se reparten las responsabilidades a lo largo de una jornada y ser testigos de sus temas de conversación mientras comparten espacio de comida durante un descanso.

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La edad no es una excusa para las familias que viven en el monte

Aunque hay algunos miembros que ni siquiera tienen tiempo para eso, por lo que no les queda otra que parar un momento a comer en medio del monte. Las prisas para que no les pille el calor no permiten que esas pausas sean muy largas. Además, el documental también nos da la oportunidad de descubrir cómo es la convivencia entre los distintos animales con los que trabajan.

En estas familias todos tienen sus obligaciones, desde los mas pequeños hasta los más mayores. «Hacer horas no me importa, pero que podamos ganar algo, no que perdamos dinero. Tenemos un montón de costes», explica uno de los hijos de Gaspar.

Sin duda, esta historia es una muy buena oportunidad para conocer otras formas de ganarse la vida y, al mismo tiempo, estar en pleno contacto con la naturaleza. Algo en peligro de extinción a día de hoy.