Con 16 años Juan Manuel sufrió una electrocución que le dejó tres meses en coma. Cuando se despertó le habían amputado un brazo e iban a hacer lo mismo con su mano derecha. Siete años después el doctor Cavadas consiguió que pudiera volver a hacer lo que más le gustaba: cazar.

Redacción JyS

Juan Manuel, tras una jornada de menor. A la derecha, con un jabalí cazado en espera. / J.M.V.

Juan Manuel Vicente (40 años) es tetrapléjico y ha tenido una vida muy dura. Su madre murió cuando sólo era un adolescente, 17 días después de que él sufriera un grave accidente que le llevó a estar tres meses en coma. Un accidente cuya consecuencia fue una lesión medular le impedía mover su cuerpo por debajo del pecho. Además, cuando despertó le habían amputado el brazo izquierdo y su mano derecha iba a correr la misma suerte. Para evitarlo, el doctor Pedro Cavadas se la injertó entonces en el abdomen para que mantuviese el riego y poder volver a implantársela. Gracias a ello, siete años después, tras un emotivo reencuentro con el famoso cirujano, consiguió volver a cazar.

El trágico accidente

Juan Manuel recuerda el fatal momento en el que con 16 años sufrió el fatal accidente: una descarga de 30.000 voltios. «Íbamos tres amigos cazadores a adentrarnos en un marjal con una barca para ver los patos. La corriente se había llevado la embarcación que teníamos amarrada en la orilla y me subí a un poste de la luz para tratar de localizarla mientras ellos se metían en el agua. Me distraje mirando un bando de patos y el reloj que llevaba en la muñeca izquierda generó un arco voltaico que desencadenó la descarga eléctrica», recuerda.

Después de los tres meses en coma, y gracias al doctor Cavadas, «que por entonces no era tan conocido como ahora», Juan Manuel pudo salvar la mano derecha. «Se opuso a que me la amputaran definitivamente, lo que le llevó a tener una discusión con el resto del equipo en el que entonces trabajaba». Poco después, le injertó la mano en el abdomen: «Allí la tuve tres meses para que no perdiera riego sanguíneo y la carne creciera», explica. «Era una mano estética, no funcional».

Siete años después, el doctor Cavadas le devuelve la movilidad de la mano

Hoy día, Juan Manuel puede manipular objetos e incluso empuñar un arma con su mano derecha gracias al Doctor Milagro. «Tenía 23 años. Como ahora, vivía en en Oliva (Valencia), y cuando me enteré de que Pedro Cavadas estaba en el hospital Centro de rehabilitación de Levante decidí visitarlo», recuerda. «En la puerta, un cartel rezaba: Doctor Cavadas, jefe de microcirugía de manos. Habían pasado siete años desde el accidente, y nunca olvidaré aquella conversación: Juan, ¿sigues cazando? No, no puedo ni comer. Entonces esta mano tengo que salvarla».

Cinco operaciones después con múltiple transferencia de tendones, Juan Manuel recuperó el 15% de la movilidad de la mano derecha. Ahora con ella levanta pesas y se mantiene en forma: «Es la única que tengo y con la que me valgo».

«Sacrifiqué la movilidad del dedo índice para dedicarlo exclusivamente a apretar el gatillo»

Las intervenciones quirúrgicas a las que Juan Manuel se sometió tenían una finalidad muy concreta: poder volver a empuñar un arma. algo que tanto el doctor Cavadas como este cazador tenían muy claro desde un primer momento. «He sacrificado la movilidad del dedo índice para dedicarlo exclusivamente a disparar».

Para poder accionar el gatillo su cerebro también tuvo que adaptarse. «Al tener la funcionalidad de los tendones traspuesta, cuando quiero disparar ordeno levantar la muñeca y cuando quiero cerrar el pulgar pienso en levantar el dedo meñique».

Un armero ha adaptado sus escopetas para que pueda cazar y tirar al plato. / J.M.V.

Juan Manuel también ha tenido que adaptar su arma y todos sus accesorios para poder salir de esperas: «Cuando empuño la escopeta no puedo encender una linterna, por lo que tengo un cable que va de la batería de la silla eléctrica a un foco y de este a través de otro cable a un interruptor que sujeto dentro de mi boca. Cuando entra un jabalí y voy a disparar aprieto los dientes y activo la luz».

Para combatir el frío utiliza un chaleco eléctrico que también va conectado a la batería de la silla con un conversor eléctrico que ha instalado. «Si tengo que pistear salgo del puesto con dos focos encendidos que tengo a cada lado de la silla. Después le ato el jabalí y así me lo llevo a casa».

Hoy caza, pesca y tira al plato

Juan Manuel vive en el campo, y su puesto de esperas está muy cerca de su casa. Así ha podido abatir 44 jabalíes en los últimos dos años. Pero no es la única modalidad que practica: «Tiro al plato y hago 23 o 24 de 25, cazo menor al paso, voy de pesca e incluso adiestro a mis propios perros para que me cobren las piezas».

En los dos últimos años ha cazado más de 40 jabalíes en espera. / J.M.V.

Juan Manuel es una persona activa y hace todo lo posible por salir al campo y continuar disfrutando a pesar de contar con un 90% de discapacidad. Un luchador que ha tratado por todos los medios de continuar practicando su afición favorita a pesar de los obstáculos. Una lección de vida.