Comienza la temporada del corzo y son miles los aficionados a su caza los que nos echamos al monte en estas fechas para tratar de dar con ese macho que nos quita el sueño. Repasar algunas curiosidades antes de salir al campo puede que te aporte algún conocimiento nuevo sobre la especie y su gestión. Aunque lleves varios años tras sus pasos, te recomendamos que eches un vistazo a las siguientes líneas en las que hemos recopilado doce singularidades sobre nuestro pequeño cérvido coincidiendo con el inicio de su temporada de caza.

¿Sabías por qué hay que aprovechar el mes de abril?

Los animales no están resabiados. Dentro de unos meses todo serán rápidas carreras y entradas frustradas, pero ahora pacen tranquilos, ajenos a la presencia de cazadores, guardas y coches. Las aproximaciones son más sencillas, pues se podría decir que están con la guardia baja. Si no eres un tirador consumado aprovecha este momento para doblar el tiro: si fallas el primero seguramente tendrás una nueva oportunidad, ya que el animal se quedará descolocado unos segundos sin saber bien qué ha sucedido. Apura el mes, que este comportamiento va cambiado a medida que avanza la temporada.

No te obsesiones con los trofeos

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Corzo. © Shutterstock

Estudia bien la densidad de población de la zona y evalúa de forma exhaustiva cuántos animales pueden ‘sobrar’ en ella. Busca esos machos jóvenes que por falta de genes dominantes, escasez de alimento o afectados por enfermedades no se han desarrollado como debieran en su cabeza. Si eres capaz de localizar a estos ejemplares, no dudes en jugar el lance como si de un medalla se tratara.

¿Por qué importa la edad de los corzos que abatimos?

Al ser una especie prolífica –el tamaño de camada en España varía entre una y dos crías por hembra preñada– la base de la pirámide de edades es muy ancha, es decir, con un alto número de ejemplares jóvenes. Por desgracia este equilibrio natural se rompe drásticamente en nuestros cotos, donde abundan jóvenes machos y hembras adultas o viejas debido a que se cazan trofeos de dos a cuatro años a lo sumo. En definitiva, no permitimos que la genética de los mejores trofeos se transmita a una mayor descendencia.

¿Sabías por qué es importante realizar conteos previos?

La respuesta es clara: para conocer la proporción de sexos de nuestro coto. Lo mejor es hacerlos a final de invierno, cuando los corzos son más fácil de localizar. Machos y hembras se distinguen por la forma del espejo, en los primeros en arriñonada y en acorazonada en las segundas debido a la proyección hacia abajo y atrás del pincel vulvar.

Por qué eligen un territorio concreto

La elección del territorio vendrá marcada fundamentalmente por dos aspectos clave, la disponibilidad de alimento y la presencia de cobertura vegetal. Esta particularidad condiciona al corzo a seleccionar entornos donde abunde el alimento de calidad, en forma de brotes tiernos de árboles y arbustos, inflorescencias y pastos frescos, fundamentalmente de leguminosas.

La importancia del agua en su hábitat

Corzo bebiendo en el agua
Corzo bebiendo en el agua. © Shutterstock

Ten en cuenta que un corzo adulto consume entre 2,1 y 3,3 litros de agua por día y el comportamiento y elección del territorio van a estar directamente relacionadas con su disponibilidad. Durante el verano los alimentos tan sólo serán capaces de cubrir alrededor del 25% de las necesidades hídricas a través del alimento, por lo que será muy importante la presencia de agua de calidad en sus territorios.

¿Por qué es importante calcular bien el volumen de un trofeo?

Es el apartado que más cuesta valorar en el campo y uno de los factores más determinantes en el resultado de la medición. Se mide en centímetros cúbicos, y se obtiene por inmersión en agua de las cuernas hasta las rosetas, éstas incluidas –el cráneo y los pivotes no se sumergen–. Para determinar el peso y el volumen se puede utilizarse la balanza hidrostática que nos arrojará un resultado preciso y rápido. El primer paso es pesar el trofeo antes de sumergirlo en agua. La diferencia entre los dos pesos nos dará el resultado final.

Les enloquece lo verde

Las lluvias del invierno, pocas o muchas, y los primeros calores primaverales traen consigo los brotes tiernos y jugosos. Son la perdición del corzo que, como buen sibarita, tras unos meses duros estará ávido de frecuentar los mejores restaurantes. Las bellotas de encinas y robles dejan paso a los frescos pastos naturales y a los incipientes sembrados de trigo y cebada. Recuerda que es un animal rumiante y que necesita ingerir alimento varias veces al día. Si lo aguardas en la linde del monte junto a una siembra tranquila, tarde o temprano hará acto de aparición.

¿Hay que cazar ejemplares jóvenes?

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La razón principal de cazar ejemplares jóvenes es evidente: si abatimos animales débiles o enfermos estamos protegiendo las poblaciones corceras de la zona. Evitamos así que la carga genética de los menos válidos se extienda por el coto, lo que nos permite influir sobre la calidad de los futuros trofeos. Para que un corzo se desarrolle con vigor han de entrar en juego muchos factores, como la herencia genética, la alimentación y, sobre todo, la tranquilidad: un animal es grande porque el entorno que habita cumple estos requisitos. Tenlo claro: si quieres que en tu coto se cacen grandes machos, empieza por los pequeños.

¿Por qué se afanan en marcar sus dominios?

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Un macho de corzo rasca su cuerna contra la vegetación. © Shutterstock

El corzo, como otras especies de mamíferos, poseen una serie de glándulas cutáneas ubicadas en diferentes partes de su cuerpo que excretan sustancias químicamente complejas, con un olor característico y diferente para cada individuo que actúa como un completo sistema de comunicación entre ellos. Estas moléculas serán impregnadas sobre la vegetación del territorio por cada ejemplar. Para ello, el macho realizará frotamientos con las zonas donde se ubican estas glándulas, principalmente las base de los cuernos, los metatarsos y la región ocular.

¿Es importante el camuflaje?

© Ángel Vidal

El uso de prendas técnicas cada vez es cada vez más habitual entre los cazadores españoles, pero a la hora de pasar desapercibido no todo vale. Si eres de los que persiguen a monteses o rebecos durante el invierno no te pienses que esos estampados te ocultarán ante los curiosos ojos del duende. Los tonos de montaña suelen ser más grises y negros, y en una mañana de abril o dentro de una encina pueden convertirse en señales muy claras y echar al traste la cacería. Además, es básico que cubras tu rostro y tus manos: son las partes más blancas y, por tanto, las más visibles. Si das con el camuflaje adecuado puedes llegar a ser totalmente invisible: en la página 81 te contamos cómo.

Por qué debes guardar los precintos al menos cinco años

© Ángel Vidal

Lo cierto es que, a excepción de Castilla y León y La Rioja, en cuya normativa se establece que los precintos habrán de conservarse durante al menos un periodo de dos años desde que los animales fueron abatidos, en el resto de comunidades autónomas no se establece nada al respecto. Sin embargo, nuestra recomendación es que conserves los precintos –así como los justificantes que acrediten el legal origen del trofeo–, en todo caso, durante al menos cinco años desde que el animal fue abatido, periodo que se corresponde con el plazo de prescripción de los delitos contra la flora y la fauna. Por lo tanto, no se te ocurra deshacerte de ellos antes de ese periodo… o podrías tener problemas legales.