El jabalí es uno de los animales más ubicuos y versátiles de los ecosistemas mediterráneos. Su capacidad de adaptación lo ha convertido en una especie en expansión, con presencia cada vez más frecuente en entornos rurales, agrícolas e incluso urbanos. Ahora, un estudio científico ha puesto cifras y nombres concretos a lo que estos animales consumen realmente cuando buscan alimento en el monte… y los resultados son tan sorprendentes como reveladores.

Realizado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) en colaboración con el Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos (CIBIO), el trabajo analizó 80 muestras de heces de jabalíes procedentes de fincas del centro y sur de España. Gracias a herramientas genéticas de última generación —como la secuenciación masiva y el uso de códigos de barras moleculares— los investigadores lograron identificar el material genético de 17 especies animales distintas en su contenido.

Conejo y perdiz, las presas favoritas

Frecuencia de aparición de material genético de cada especie animal en la dieta de jabalí. © IREC

El estudio confirma lo que muchos ya intuían: el conejo y la perdiz siguen siendo dos piezas clave en la alimentación del jabalí. Concretamente, el ADN del conejo apareció en el 38% de las muestras, mientras que el de la perdiz se detectó en un 11,3%.

Este dato refuerza el impacto potencial del suido sobre especies cinegéticas menores, cuya conservación y gestión es ya una preocupación creciente en muchos cotos del país. Pero lo más llamativo es que estos no son los únicos animales en su menú: los jabalíes también consumen especies que raramente se imaginarían en su dieta.

Jabalí. © Shutterstock

Perro, cabra, musaraña… y hasta un anfibio

En total, se identificaron nueve mamíferos, cinco aves, dos reptiles y un anfibio. Entre los mamíferos destacan, además del conejo, el ratón de campo (14%), la oveja, el ciervo, el muflón, la cabra, la musaraña, el zorro y, sorprendentemente, el perro doméstico.

La explicación no implica necesariamente depredación directa: «La mayoría de estas especies aparecen probablemente como resultado de comportamientos carroñeros u oportunistas», señalan los autores. No obstante, el dato es significativo, sobre todo en contextos de convivencia con la ganadería extensiva o con mascotas en áreas rurales.

Un omnívoro con claro dominio vegetal

A pesar de la diversidad animal detectada, el estudio concluye que solo un 6% del contenido identificado era de origen animal. En el 55% de los excrementos se encontró ADN de especies cinegéticas menores, lo que pone en evidencia su impacto ecológico, pero la mayor parte de su dieta sigue siendo vegetal.

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© Shutterstock

Esto no quita relevancia al hallazgo. Saber qué especies son consumidas permite entender mejor el papel del jabalí en los ecosistemas y anticipar los conflictos que su creciente población puede provocar, especialmente cuando interactúa con fauna silvestre sensible o con los intereses del sector cinegético y ganadero.

Este trabajo ofrece datos objetivos que pueden ser clave a la hora de diseñar estrategias de gestión del jabalí. Conocer su dieta es una herramienta fundamental para abordar su control poblacional desde una perspectiva científica.

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