Diego Cañamero, histórico sindicalista andaluz -antiguo secretario general del Sindicato de Obreros del Campo de Andalucía y portavoz nacional del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)- ha mostrado reconocido que es cazador en una entrevista concedida hace unos días al diario InfoLibre. Cañamero, que fue alcalde de la localidad sevillana de El Coronil y formó parte del Congreso como diputado por Podemos en la anterior legislatura, ha participado en numerosas acciones reivindicativas contra propietarios agrícolas.
En la entrevista de Ángel Munárriz, Cañamero da su punto de vista sobre la reciente manifestación del pasado domingo 20 de marzo en Madrid y también se refiere al Anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales: «Una cosa es que no se puede maltratar a un animal y otra que tengas que tener licencia de criador para criar a un animal. La gente en los pueblos tiene un animal bonito, de caza, le echa un macho para que tenga crías y se las da a los amigos, no se pone a negociar con ellos. No hay costumbre. Si tienes un perro bueno de caza, la cría se la das a un amigo que está deseando tener un perro como el tuyo. Es normal. Pero bueno, como te digo, todo eso luego se manipula», además de criticar a la Federación de caza.
«Pero los cazadores no son todos señoritos ni de derechas», le contesta el periodista. «¡No! En mi pueblo hay 400 cazadores y hay gente de todo tipo, gente del sindicato también. De esto entiendo, ¿eh? Todos mis hermanos son cazadores, hay galgueros, escopeteros… La caza no es un deporte. La caza es la caza. Sales con el perro por el campo, te bates con el disparo, el lance, la inteligencia», añade Cañamero. «¿Le gusta cazar?», le sigue interpelando el periodista. «A mí me gusta, sí. Voy de higos a brevas, pero me gusta la caza tradicional, como hacía mi padre. Vas al campo y te vienes con una pieza, con cuatro o con ninguna».
«¿Hay alguna limitación a la caza que antes no hubiera?», le sigue preguntando. «No, lo que ocurre es… Mira, la culpa del problema de la caza, de la disminución del número de pájaros, de aves, de liebres, de conejos, ¿sabes de quién es? No es de los cazadores. Es de la agricultura intensiva. Hace cuarenta años, en el medio rural, todo el mundo era cazador, o en todas las familias había un cazador, uno que ponía perchas, o lazos para los conejos, o cepos… Y no se eliminaban los pájaros, las aves, los conejos, las liebres… Nada de eso. ¿Qué ha pasado? La agricultura intensiva», argumenta Diego Cañamero.
«Lo que daña a la caza es la agricultura intensiva y el que diga lo contrario miente como un bellaco»
Y sigue ahondando en su teoría Cañamero: «No es lo mismo la agricultura intensiva que la extensiva, ¿eh? No es lo mismo una piara de cochinos comiendo bellotas en el campo que estabulados con unos piensos que la mayoría son mierda. No es lo mismo una gallina de corral que una gallina que no puede ni moverse. Lo que daña a la caza es la agricultura intensiva y el que diga lo contrario miente como un bellaco. Yo he visto, después de la siembra de trigo o remolacha, cientos de pájaros muertos. Por el veneno que echan. Y fíjate, yo me los comía asados, porque había la creencia de que pasados por la candela no pasaba nada, que se iban todos los herbicidas…», expone el histórico sindicalista.
«Todo el problema de los herbicidas y pesticidas y productos químicos viene de los 60 en adelante. Eso es lo que ha disminuido a tope la población cinegética. De manera bestial. Ese es el problema de la caza. Y otro problema es la caza intensiva. Porque los animales de granja echados al campo para cazarlos vienen con enfermedades y contagian», prosigue Cañamero.
«La caza intensiva es la que les gusta a los señoritos, que echan en los cotos un montón de pájaros de granja y ponen a mil euros el puesto. Esa es la caza de los ricos. Pero la tradicional, de toda la vida, que ha practicado el pueblo, es otra cosa. Yo la defiendo. Pero claro, al final se mezcla todo…», añade Cañamero.
«¿Sabes cómo se protege la perdiz roja? Sin veneno en el campo»
«¿Son los propios terratenientes los que fastidian la caza?», le pregunta por último el periodista. «Claro. Son ellos. Y le echan la culpa al Gobierno. Pero claro, luego hay cosas… Por ejemplo, se ha prohibido la caza de la tórtola. Me parece bien si hay una disminución considerable de la población. Pero si prohíbes la caza de la tórtola aquí, lo que pasa es que el pobre no puede cazar pero el rico se va a Marruecos, paga un puesto que cuesta un dineral y sí la caza… O por ejemplo, se dice de prohibir la caza de la perdiz roja, que es verdad que la población está disminuyendo y hay que protegerla. Pero, ¿sabes cómo se protege la perdiz roja? Sin veneno en el campo y sin permitir que al hacer por la noche las alpacas de paja se traguen bandos enteros de perdices, que se quedan molidas dentro de las alpacas», expone Cañamero.
«Luego he visto cómo un granjero echaba de comer al ganado y salían pájaros muertos de la paja. Eso no se puede permitir de noche. Ni tampoco se puede permitir de noche el olivar intensivo, con las máquinas llevándose por delante los zorzales, los jilgueros, los chamarines, moliéndolos mientras están dormidos», añade.